Dios Está en ControlSample

Día 4: Comprométete con Tu Camino

"El corazón del hombre traza su rumbo,
pero sus pasos los dirige el Señor" (Proverbios 16:9 NVI).

El camino correcto no siempre es el más fácil, pero siempre es el que Dios ha trazado para ti.

Algunos nacemos planificadores: tableros de visión, estrategias quinquenales, calendarios con códigos de colores. No hay nada de malo en eso. Dios mismo es un Dios de orden y propósito, y nos dio mentes capaces de imaginar y planificar.

El problema comienza cuando, entre soñar y hacer, empezamos a actuar como el director ejecutivo de nuestras propias vidas. Trazamos el rumbo, fijamos las metas y luego le pedimos a Dios que nos dé el visto bueno. La Biblia nos llama a una postura diferente: Sométete a Él en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.

Fíjate: en todos tus caminos, no solo en las grandes decisiones como la carrera y el matrimonio, sino también en las pequeñas y cotidianas: cómo hablas en los conflictos, cómo aprovechas una tarde libre, incluso tus hábitos nocturnos. A Dios le importa todo, porque cada decisión moldea en quién te estás convirtiendo.

Esto no significa tirar la agenda a la basura y vagar sin rumbo. Eso es negligencia, no fe. Dios te invita a planificar, con las manos abiertas, listo para su redirección. Piensa en Abraham: Dios le dijo: «Ve a la tierra que te mostraré». Sin dirección. Sin mapa. Abraham se preparó, pero Dios eligió el destino.

Cuando Dios promete enderezar tus caminos, no promete un camino sin baches. La palabra hebrea yashar significa recto, adecuado, recto, no llano. El camino de Dios puede llevarte por valles que pongan a prueba tu fe, colinas que pongan a prueba tu valentía y curvas que ralenticen tu paso. Pero siempre será el camino correcto.

"El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir;
podrá tropezar, pero no caerá,
porque el Señor lo sostiene de la mano" (Salmo 37:23-24 NVI).

Aferrarse a tus propios planes genera agotamiento y frustración. Entregarle el timón a Dios te brinda la tranquila confianza de que estás exactamente donde necesitas estar, incluso cuando la siguiente curva es incierta. Comprometerte con tu camino no es una resignación pasiva; es uno de los pasos de fe más activos que puedes dar: permanecer lo suficientemente cerca para escuchar sus susurros, aceptar sus correcciones de rumbo y confiar en su corazón cuando su plan aún no está claro.

Planificar no es el problema. Creer que eres el máximo responsable de una vida que has entregado a Jesús sí lo es.

Mi oración:

Padre, tú diriges mis pasos. Confieso cuán firmemente me aferro a mis propios planes. Enséñame a vivir con las manos abiertas, confiando en que tu camino siempre es mejor. Establece mis pasos y guíame en tu perfecta voluntad. En el nombre de Jesús, amén.

Reflexiona:

1. ¿A qué planes te aferras con más fuerza ahora mismo? ¿Cómo podría Dios estar pidiéndote que se los entregues?
2. ¿Cómo reaccionas cuando tus planes se ven interrumpidos? ¿Qué revela esa respuesta sobre dónde depositas tu confianza?