Un político – Pilato

Después de haber sido arrestado violentamente, Jesús fue llevado ante el gobernador romano, Pilato. Este hombre, conocido por su firmeza, dureza y orgullo, quedó impresionado al interrogar a Jesús, pues se dio cuenta de que no había cometido ningún delito. Pronto comprendió que su arresto había sido motivado por la envidia de los líderes religiosos judíos. A pesar de haber intentado en tres ocasiones liberar a Jesús, la presión de la multitud, incitada por dichos líderes, lo llevó a ceder y aceptar la ejecución. Temiendo que defender a Jesús pudiera poner en riesgo su posición política, Pilato optó por lavarse las manos en señal de renuncia a su responsabilidad.

Este encuentro entre un político y Jesús nos conduce a una profunda reflexión. ¿Cuántas veces hemos sacrificado la verdad o la justicia para preservar nuestra comodidad, seguridad o prestigio? Actuar con integridad frente a la presión social puede ser desafiante, pero el ejemplo de Pilato nos llama a cuestionarnos: ¿qué oportunidades hemos dejado pasar para hacer lo correcto o para vivir un verdadero encuentro con Dios?