Favor

El favor de Dios no es algo que podamos comprar, ganar o negociar. Es un acto soberano de Su gracia, derramado sobre nuestras vidas por Su amor infinito. Muchas veces creemos que el favor está reservado para los “más espirituales” o para quienes han hecho todo bien. Sin embargo, la Biblia nos muestra una y otra vez que Dios concede Su favor a personas comunes, imperfectas, que simplemente han aprendido a confiar en Él.

“Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8 RVR1960).

Ese favor se manifiesta de muchas maneras: puertas que se abren, protección en medio de la dificultad, provisión en tiempos de escasez, oportunidades inesperadas, descanso en el alma, crecimiento personal y espiritual y gozo en medio de tribulaciones. Pero más allá de lo externo, el mayor favor es Su presencia constante con nosotros:

“Porque tú, Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor.” (Salmos 5:12 RVR1960).

“El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Proverbios 18:22 RVR1960).

“Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmos 84:11 RVR1960).

Aceptar el favor de Dios no significa una vida sin pruebas, sino caminar con la certeza de que Su mano nos sostiene y guía. Es vivir confiando en que, aun cuando las circunstancias no sean perfectas, Su propósito sigue intacto, porque así nuestro Padre Celestial lo ha decidido y eso no cambiará jamás a pesar de las circunstancias.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28 RVR1960).

Por eso hoy podemos levantar la cabeza y avanzar con confianza, sabiendo que no es por nuestros méritos, sino porque el Dios que nos amó primero ha decidido extender Su favor sobre nosotros cada día. ¡Vivamos agradecidos y comprometidos a reflejar ese favor a otros!

Así, otros podrán entender que también tienen acceso a ese favor que Dios ha extendido para todos.

Reflexiona:

1. ¿En qué áreas de mi vida puedo reconocer claramente el favor de Dios, aunque quizás antes no lo había notado?
2. ¿Estoy confiando en el favor de Dios, incluso en medio de las dificultades actuales?
3. ¿Cómo puedo ser un reflejo del favor de Dios en la vida de las personas que me rodean?