Mateo, sígueme

Mateo estaba sentado en el banco de los tributos, cobrando impuestos para los romanos; se había vendido al imperio a costa de su propio pueblo. No sólo era despreciado por eso, sino también odiado y mantenido a distancia.
Entre miles de personas de bien, Jesús escogió al menos popular, a aquel a quien nadie se habría atrevido siquiera a acercarse. Y sin embargo, Jesús hace lo inesperado.

La medida del mundo favorece a las personas populares porque su mensaje alcanza rápidamente a una gran audiencia. Basta pensar en nuestros modernos influencers pagados por políticos o marcas para vender sus ideas o productos.
Jesús debería haber elegido a un sacerdote destacado o incluso al sumo sacerdote, pero en cambio, elige a un cualquiera, a uno que a todos les caía mal.

Un hombre odiado que se siente llamado y siente el calor de esa voz amorosa que lo llama, y de inmediato se levanta y lo sigue; sin siquiera hacerse notar, en silencio, lo deja todo y sigue a Jesús.

¿Piensas que eres odiado? ¿El juicio sobre tu pecado te hace sentir indigno? ¿Tienes miedo de que los demás te recuerden quién eres y qué has hecho en la vida? No lo pienses más, haz como Mateo: levántate, deja tu situación equivocada y comienza una nueva vida en Jesús. Dios es el sanador que rehabilita perfectamente.