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¿PADRES E HIJOS O HIJOS Y PADRES?

La relación entre padres e hijos no es una calle de un solo sentido. Aunque en la Escritura encontramos mandamientos claros tanto para honrar a los padres como para guiar a los hijos, el vínculo familiar saludable se construye en doble vía: con amor, respeto y responsabilidad mutua. No se trata solo de lo que los padres deben hacer por sus hijos, ni de lo que los hijos deben a sus padres. Es una relación que crece y se fortalece cuando ambas partes se buscan, se escuchan y se perdonan.

El mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12 RVR1960) no es solo una instrucción moral; es una invitación a cultivar respeto, gratitud y obediencia dentro del hogar. Este principio es tan central que se repite en el Nuevo Testamento con una promesa añadida: “para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:2–3 RVR1960).

Pero la Palabra también se dirige a los padres. (Efesios 6:4 RVR1960) exhorta: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Ser padre no es imponer, sino guiar con paciencia, corregir con amor y modelar con integridad. La crianza cristiana no se trata solo de enseñar principios, sino de vivirlos a diario en casa.

El libro de Proverbios, lleno de sabiduría para la vida familiar, declara: “El hijo sabio alegra al padre; pero el hijo necio es tristeza de su madre” (Proverbios 10:1 RVR1960). Y también enseña: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6 RVR1960). Estos versículos revelan que padres e hijos tienen un papel crucial en la formación mutua. Un hijo puede ser causa de gozo o de dolor, y un padre puede edificar con sabiduría o provocar desanimo.

Hoy, ya sea que estés en el rol de hijo, de padre o en ambos, haz un alto y reflexiona: ¿Qué necesitas sanar en tu relación familiar? Si eres hijo, honra a tus padres aun con sus imperfecciones. Si eres padre o madre, sé un reflejo del amor y la gracia del Padre celestial. Tal vez sea momento de escuchar más, corregir con ternura o simplemente decir “te amo”.

Por: Zabdi Martínez.