Adquiere SabiduríaSample

CAMINO DE SABIDURÍA

La sabiduría es mucho más que acumular conocimientos; es reconocer nuestra total dependencia de Dios y permitir que Su voz dirija cada uno de nuestros pasos. En medio de los desafíos, las decisiones difíciles o la incertidumbre, Su luz despeja la neblina y nos da firmeza para avanzar.

En las Escrituras, Salomón destaca como el ejemplo por excelencia de quien busca sabiduría. Cuando Dios le dio a elegir cualquier don, él pidió “un corazón entendido para juzgar” (1 Reyes 3:9 RVR190) y, por esa humildad, recibió un discernimiento incomparable (1 Reyes 3:12 RVR1960). Al admitir nuestra propia limitación y buscar la dirección divina, hallamos claridad incluso cuando los caminos se tornan oscuros o confusos.

El apóstol Santiago añade que, si nos falta sabiduría, podemos pedirla con confianza, pues nuestro Padre la otorga generosamente (Santiago 1:5 RVR1960). Primero reconocemos nuestra necesidad y aceptamos que, sin Su ayuda, podríamos tomar decisiones que nos alejen de Su voluntad. Luego acudimos a Él con fe, sabiendo que Él escucha al que se acerca con sinceridad.

El libro de Proverbios afirma que la sabiduría vale más que el oro y la plata (Proverbios 3:14 RVR1960). Cultivar este tesoro divino exige apartar tiempo para meditar en la Palabra, detenernos a orar antes de actuar y escuchar el consejo de hermanos sabios. Así, nuestro corazón y nuestra mente se afinan para percibir la voluntad de Dios, aun en medio de las pruebas más exigentes.

Cuando la sabiduría de Dios guía nuestras palabras y acciones, florecen las relaciones sanas, se evitan decisiones impulsivas o dañinas, y nuestro testimonio se fortalece. Cada día se convierte en una oportunidad para caminar con paso firme, sabiendo que Él está a nuestro lado.

Reconoce tu necesidad de sabiduría y búscala con humildad y convicción. Pide al Señor que ilumine tu entendimiento, sumérgete en Su Palabra y permite que Su luz transforme tu forma de pensar, actuar y decidir. Que cada elección sea una oportunidad para honrar al Señor, y que, en medio de cada desafío, puedas decir con plena confianza: “Señor, yo necesito tu sabiduría hoy”.

Por: Zabdi Martinez