Volver a VivirSample

¿Quién dirige tu vida?

¿Quién puede manejar mejor mi vida que yo? Nadie.

Eso pensaba yo, desde que era joven hasta casi salir de la universidad. Tomaba decisiones —buenas y malas— que, según yo, eran perfectas. Estaba creciendo, era hábil, tenía amigos, estudiaba la carrera que siempre soñé. Todo parecía ir bien.

Pero también había algo que nadie veía.

Un “calmante” secreto: la pornografía.

Cada vez que las cosas no salían como esperaba, corría a eso para sentirme mejor, aunque por dentro solo aumentaba mi vacío.

En mi corazón, yo deseaba la vida que tenía los fines de semana en la iglesia: amigos reales, actividades sanas, paz. Pero durante la semana, era otra persona. Vivía una doble vida, y eso me pesaba.

Creo que muchas veces escuchamos más nuestra propia voz que la de Dios. Pensamos que tenemos el control, pero terminamos lejos de lo que realmente anhelamos: una vida con propósito.

Y ojo con esto:

Dios no está en contra de que sueñes en grande.

El problema empieza cuando creemos que solo nuestros deseos importan, y rechazamos cualquier dirección que venga de fuera, incluso si es de Dios.

¿El sueño de José era malo? Para nada.

Pero cuando tomas un buen sueño y lo manejas mal, puedes terminar en un pozo: solo, frustrado, sin dirección. Justo donde esperabas encontrar plenitud, encuentras sequedad.

Aún así, escucha esto:

En el pozo, Dios no se fue. En la fosa con los leones, Dios seguía con Daniel. En tu lucha, Dios también está contigo.

El propósito de Dios no se termina cuando caes. Al contrario, muchas veces ahí es donde empieza su mejor obra en ti. Él no te ve como la sociedad te ve. No te etiqueta por tus errores. Él restaura. Él perdona.

Sí, tal vez tomaste decisiones equivocadas. Yo también.

Pero eso no cancela el propósito que Dios tiene para ti.

Tu historia no termina en el pozo. Empieza en las manos del Dios que levanta, restaura y guía.