De la espera a lo inmediatoSample

Debemos ir a la fuente correcta

Para pasar de la espera a lo inmediato necesitamos acudir a la fuente correcta. El estanque de Betesda era conocido como un lugar de curación, un espacio de sanidad. No solo los judíos creían en su poder, también lo hacían los paganos. De hecho, en una época, ese estanque fue dedicado al dios griego de la curación, Asclepio. Las personas acudían allí porque creían que había algo especial en esas aguas, casi mágico; tenían fe, pero una fe puesta en la fuente equivocada.

Muchas veces, en nuestra vida, la desesperación por salir de una situación difícil nos lleva a hacer lo mismo: ponemos nuestra fe en lugares equivocados. Confiamos en adivinos, horóscopos, la lotería o incluso en nuestras propias fuerzas. Pero la única fuente verdadera de vida es Jesús.

Cuando Jesús se encuentra con la mujer samaritana junto al pozo y le pide de beber, le responde: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed (...) pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:13-14).

Poner nuestra fe en la fuente incorrecta no solo no sacia nuestra sed, sino que nos desvía del único capaz de darnos más de lo que pedimos o imaginamos. Jeremías 29:11 nos recuerda: “Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.”

Por eso, no importa cuánto tiempo hayamos estado esperando: vayamos siempre a la única fuente verdadera. Aunque el hombre del estanque esperó 38 años por su milagro, no fue el agua lo que lo sanó. Fue su encuentro con Jesús.

¿En qué o en quién estás confiando mientras esperas tu milagro, y cómo está esa fuente moldeando tu manera de esperar?

Oración: Señor, ayúdame a reconocer sobre qué estoy poniendo mis expectativas, mis anhelos y mis sueños. Que seas tú la fuente a la que vaya todos los días y que no me aferre a cosas que quieren robar tu lugar. En el nombre de Jesús, Amén.