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Aférrate

DAY 4 OF 4

Día 4

Finalmente quiero analizar una historia que se encuentra en Mateo 15: "21 Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22 De esa región salió a su encuentro una mujer cananea , gritando: —¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.
23 Jesús no respondió ni una palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:
—Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando.
24 —No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.
25 La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó: —¡Señor, ayúdame!
26 Él le respondió: —No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.
27 —Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
28 —¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.
Y desde ese mismo momento quedó sana su hija" (NVI).

Lo primero que quiero analizar es el hecho de que en esta historia se menciona que Jesús prácticamente ignoró a la mujer. Literalmente dice que Jesús no le respondió.

Analizando la situación podemos ver que lo primero con lo que se topó la mujer fue que Jesús no le respondió.

Seguramente ella iba un poco angustiada por la situación de su hija, pero también con cierto alivio porque esperaba que Jesús la ayudara.

Yo personalmente creo que lo que menos se esperaba esta mujer es que Jesús la ignorara. Creo que es lo último que cualquiera de nosotros esperaría de parte de Jesús.

Sin embargo, en esta historia podemos ver que al principio no hubo respuesta de Jesús y no sólo eso, sino que los discípulos le pidieron a Jesús que la despidiera. O sea que lo segundo con lo que se topó esta mujer fue con un grupo de personas que no entendían su dolor y angustia, y que en lugar de abogar por ella querían echarla.

Yo no sé cómo reaccionarías tú, pero para mí estas primeras dos situaciones me hubieran bastado para bajarme el ánimo y probablemente darme por vencido. Honestamente, ¿cuántos de nosotros no nos hemos desanimado cuando estamos pasando por una situación difícil en la que oramos constantemente y parece ser que no hay respuesta y para rematar parece ser que nadie nos entiende?

La verdad sí podemos llegar a sentirnos desanimados y con el deseo de tirar la toalla. Pero es aquí cuando tenemos que recordar esta historia y tomar el ejemplo de esta mujer.

Ahora, por si fuera poco, cuando por fin Jesús le responde a la mujer, Jesús no le da la respuesta que ella esperaba. Incluso más que una respuesta parece un insulto diciéndole “No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros". Para mí esta respuesta llegó a rematar el ánimo que traía la mujer.

Muchas personas al hablar de esta historia hablan de un “NO” por parte de Jesús. Personalmente creo que está mal explicado porque en realidad en esta historia Jesús nunca dice que no. Jesús simplemente da un argumento que de hecho es verdadero. Jesús vino al mundo como judío y vino primeramente a los judíos, pero los judíos lo rechazaron y en la cruz murió por TODAS las personas del mundo.

Ella se humilló aceptando la comparación con un perro y argumentó que no quería el pan completo, no lo quería todo, no quería robarle nada a los hijos. Para ella una migaja era suficiente, era todo lo que necesitaba.

Esta mujer era una mujer aferrada y humilde dispuesta a hacerse menos con tal de hacerse espacio para atrapar lo que sea que los “hijos” dejaran caer. Jesús se topó con un corazón lleno de fe que entendía lo que era la gracia.

Esta fe agradó a Jesús al grado de concederle su petición. Y esto fue porque la mujer entendió algo que más tarde escribiría Pablo en el libro de Romanos 10:11-13: "Así dice la Escritura: «Todo el que confíe en él no será jamás defraudado. No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan, porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»" (NVI).

Ahora creo que hay algo muy importante que explicar.
La mujer en ese momento no era hija, Jesús no había muerto en la cruz para reconciliarnos con el Padre. Fue por eso por lo que ella tuvo que rogar por una migaja.

Pero quiero decirte que tú y yo ahora estamos bajo un mejor pacto y nosotros ahora sí somos hijos.

La Biblia habla de cómo ahora por la fe todos los que creemos somos descendientes de Abraham. Y dice también en Gálatas 3:26-29: “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa" (NVI).

Efesios 2:12-13: “Recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo" (NVI).

Efesios 3:6: "Es decir, que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio" (NVI).

Esta última historia la relaciono con la historia personal con la que comencé este mensaje. Así como yo había extendido mi mano para bendecir a las personas que me habían ayudado, así Jesús vino a extenderle la salvación a quien crea en Él como su Señor y Salvador. Es tu decisión si deseas tomar esa bendición o si la vas a dejar pasar.

La Palabra de Dios podemos encontrar más de 3.500 promesas de todo tipo. La Biblia está llena de promesas de paz, de sanidad, de éxito y conquista, de prosperidad, de salvación, de provisión, descanso, consuelo, protección, gracia y favor, etc.

Te reto a creer, aferrarte y tomar esas promesas.

About this Plan

Aférrate

En este plan exploraremos cómo Dios extiende Su mano para bendecirnos, pero también cómo es nuestra responsabilidad levantarnos en fe, aferrarnos a Sus promesas y conquistarlas. A través de historias como la de Caleb, Jacob y la mujer cananea, este devocional nos reta a no quedarnos de brazos cruzados, sino a creer, persistir y pelear por cada promesa que Dios ha preparado para nosotros. Prepárate para ser inspirado a vivir una fe activa, valiente y determinada. ¡No te conformes con ver las bendiciones pasar! ¡Abraza Sus promesas con fe firme en Jesús!

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