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Día 2
El primer ejemplo que quiero tomar es el de Caleb en Números 14:1-9.
Recordemos que esto pasó justo después de que Moisés enviara espías a explorar la tierra prometida, y estos regresaran espantados diciendo que habían visto gigantes. El pueblo empezó a gritar y a llorar, reclamando y cuestionando a Dios, diciendo que les valdría más morir en Egipto que en manos de los gigantes.
Los únicos que confiaban en lo que Dios ya les había prometido eran Josué y Caleb, quienes dijeron lo siguiente:
"La tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo! "
Aquí vemos cómo Josué y Caleb decidieron creerle a Dios y no dejarse intimidar por los obstáculos. Sin embargo, los demás no lo hicieron y sufrieron una consecuencia por ello.
La consecuencia de que el pueblo haya decidido no creerle a Dios y no tomar la tierra prometida fue 40 años en el desierto, y en ese tiempo murieron todos los hombres que no le creyeron a Dios.
Lo que me quedo con esta primera parte de la historia es que el decidir creer o no creer una promesa de Dios afectará drásticamente todo mi futuro.
Sin embargo, esta historia no tiene un final fracasado para Caleb, sino todo lo contrario. En el libro de Josué, capítulo 14, podemos ver cómo después de que pasaron 40 años, Caleb va con Josué y le dice que se acuerde de la promesa que Dios les había dado.
Caleb dijo:
Pero yo me mantuve fiel al Señor mi Dios. Ese mismo día Moisés me hizo este juramento: “La tierra que toquen tus pies será herencia tuya y de tus descendientes para siempre, porque fuiste fiel al Señor mi Dios”. Ya han pasado cuarenta y cinco años desde que el Señor hizo la promesa por medio de Moisés, mientras Israel peregrinaba por el desierto; aquí estoy este día con mis ochenta y cinco años: ¡el Señor me ha mantenido con vida! Y todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés me envió. Para la batalla tengo las mismas energías que tenía entonces. Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido'
Entonces Josué bendijo a Caleb y le dio por herencia el territorio de Hebrón. A partir de ese día, Hebrón ha pertenecido al quenizita Caleb hijo de Jefone, porque fue fiel al Señor, Dios de Israel (Josué 14:6-14 NVI).
Yo no sé tú, pero estos versículos fueron suficientes para que Dios hablara a mi corazón y tomar como ejemplo la vida de Caleb. Caleb no sólo decidió creer, sino que también se aferró a esa promesa de Dios por ¡40 años! Y cuando llegó el momento, fue y tomó su promesa. ¡A sus 85 años Caleb mantenía la misma fortaleza que tenía cuando tenía 40!
Yo soy fan de Marvel y una de mis escenas favoritas es cuando Thor llega triunfalmente a Wakanda con su nuevo Stormbreaker y grita: “¡Tráiganme a Thanos!".
Los que comparten mi gusto por Marvel entenderán que es una escena realmente épica.
Yo puedo imaginarme a Caleb llegando a Canaán gritando con mucha fuerza, así como Thor lo hizo: “¡Tráiganme a los hijos de Anac (el gigante)!”.
Es por esto que de Caleb aprendí que no importa cuánto tengas que esperar por una promesa de Dios, ciertamente se cumplirá, y cuando llegue el momento, Dios te dará los recursos necesarios para tomarla.
Scripture
About this Plan

En este plan exploraremos cómo Dios extiende Su mano para bendecirnos, pero también cómo es nuestra responsabilidad levantarnos en fe, aferrarnos a Sus promesas y conquistarlas. A través de historias como la de Caleb, Jacob y la mujer cananea, este devocional nos reta a no quedarnos de brazos cruzados, sino a creer, persistir y pelear por cada promesa que Dios ha preparado para nosotros. Prepárate para ser inspirado a vivir una fe activa, valiente y determinada. ¡No te conformes con ver las bendiciones pasar! ¡Abraza Sus promesas con fe firme en Jesús!
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