La obediencia que abre lo imposible

Versículo clave:

“El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir” — Salmo 37:23 (NVI).

Reflexión:

La obediencia no es solo para evitar errores o cumplir mandatos. La obediencia es el terreno donde se desatan las promesas. Es la llave que abre lo que nuestros recursos y esfuerzos jamás podrían abrir.

Dios le pidió a Abraham que entregara a su hijo. La prueba era imposible. Pero Abraham obedeció. Y en ese acto nació una revelación que lo marcó para siempre: “El Señor proveerá”. La provisión estaba del otro lado de la obediencia.

Obedecer nos posiciona en el centro de la voluntad de Dios. Nos vuelve socios de su propósito. Nos convierte en canales de su poder. Cuando caminamos en obediencia, aunque no veamos resultados inmediatos, algo se activa en lo invisible.

No todas las puertas se abren con fuerza. Algunas solo se abren con fe. Y muchas veces, el paso que más miedo da, es el que más gloria revela.

Obedecer a Dios hoy puede cambiar tu mañana. Aunque no lo veas aún, tu obediencia está sembrando algo eterno. Cada “sí” que das en lo secreto, cada decisión fiel, cada renuncia por amor, está escribiendo historia en el cielo.

No obedezcas esperando recompensas, pero cree que tu obediencia no pasará desapercibida. Dios honra a los que lo honran. Y cuando le obedecemos, Él afirma nuestros pasos.

Hoy, después de todo lo que hemos recorrido en este devocional, estás en un punto clave. No solo para decidir obedecer una vez, sino para vivir una vida de obediencia transformadora.

Porque obedecer no es una carga, es un privilegio. No es perder, es ganar. No es debilidad, es caminar con Aquel que tiene el control de todo.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Estoy obedeciendo en lo pequeño, confiando en que Dios hará lo grande?
• ¿Estoy listo para que mi obediencia abra la puerta lo imposible?

Acción para hoy:

Haz memoria de una obediencia pasada que trajo fruto en tu vida. Agradece a Dios por eso. Luego, ora: “Señor, estoy listo para decirte ‘sí’ otra vez. Guíame. Aquí estoy".

Oración final:

“Señor, gracias por llamarme a una vida de obediencia. Ayúdame a decirte ‘sí’ cada día, con fe, aunque no entienda todo. Quiero caminar en tu voluntad, confiando en que cada paso contigo transforma mi vida. Amén".

¡Gracias por hacer este plan!

Has llegado al final de “Obedecer: la decisión que transforma”. ¡Qué bueno que elegiste caminar este trayecto de obediencia, fe y amor junto a Dios!

¿Qué fue lo que más te habló en estos 5 días?

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