Obedecer es amar

Versículo clave:

“El que me ama, obedecerá mi palabra…” — Juan 14:23 (NVI).

Reflexión:

Hasta aquí, hemos hablado de obedecer a pesar de la incomodidad o la incertidumbre. Pero hoy necesitamos ir al corazón de todo esto: obedecer es amar.

Dios no busca obediencia vacía. No quiere que lo sigamos por miedo ni por presión. Él quiere nuestro corazón. Jesús lo dijo claramente: “Si me aman, obedecerán mi palabra”. No como imposición, sino como una consecuencia natural del amor.

Quien ama, busca agradar. No porque se lo exijan, sino porque nace del corazón. Así como un hijo quiere complacer a su padre amado, así nosotros obedecemos a Dios cuando lo amamos de verdad.

Y este es el giro profundo: la obediencia no se trata solo de cumplir, sino de relacionarse. Cuando obedezco, me conecto con el corazón del Padre. Entro en comunión con su voluntad. Me alineo con lo que Él sueña para mí.

No es obedecer para que me ame. Es obedecer porque ya me ama, y yo también lo amo. Y ese amor transforma la obediencia en gozo. En propósito. En vida.

¿Has sentido que tu obediencia es por obligación? ¿Que estás cumpliendo “porque toca”? Hoy Dios quiere recordarte que no eres un esclavo. Eres su hijo. Su hija. Y obedecer es parte del vínculo de amor que los une.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Estoy obedeciendo desde el amor o desde el deber?
• ¿Cómo puedo crecer en amor por Dios hoy?

Acción para hoy:

Haz algo concreto que exprese tu amor por Dios. Sirve, perdona, llama a alguien, da con generosidad. Y al hacerlo, declara en tu corazón: “Señor, te obedezco porque te amo”.