Cuando no obedecemos

Versículo clave:

“Hay un camino que al hombre le parece recto, pero acaba por ser camino de muerte” — Proverbios 14:12 (NVI).

Reflexión:

Después de hablar del valor de la obediencia, no podemos ignorar la realidad: a veces elegimos no obedecer. Y aunque Dios es paciente y misericordioso, la desobediencia siempre trae consecuencias.

No obedecer no es solo “no hacer caso”, es elegir confiar en nuestra lógica por encima de la sabiduría de Dios. Es decir con nuestras acciones: “Yo sé mejor”. Y eso, tarde o temprano, nos desconecta de la vida plena que Él preparó.

Lo vemos en la historia de Saúl. Quiso tomar control, actuar según su criterio, y perdió el favor de Dios. Y lo vemos en nosotros cuando, por miedo, orgullo o conveniencia, hacemos lo contrario a lo que Dios nos pide.

Pero aún ahí, en medio de nuestra desobediencia, Dios no deja de amarnos. Nos corrige, no para condenarnos, sino para restaurarnos. La gracia no niega las consecuencias, pero nos da una nueva oportunidad.

Quizá hoy estás viviendo las secuelas de una decisión tomada sin consultar a Dios. Tal vez sabes que evitaste una obediencia por temor o incredulidad. Este no es un momento para hundirte en culpa, sino para volver.

Dios está más interesado en tu regreso que en tu error. Y su voz sigue diciendo: “Vuelve a mi camino. Te mostraré gracia”.

Volver a obedecer es elegir la vida otra vez. Es retomar el plan original. Es reconstruir, no desde la perfección, sino desde la humildad.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Hay decisiones que tomé sabiendo que no estaban alineadas con Dios?
• ¿Estoy dispuesto a volver, pedir perdón y comenzar de nuevo?

Acción para hoy:

Tómate un tiempo a solas. Escribe una oración de arrepentimiento. Sé honesto. Luego, escucha en tu interior la voz de Dios diciéndote: “Te amo. Volvamos a empezar”.