Pedid, buscad y llamadSample

Dios se deleita en responder las oraciones de sus hijos.

¿Por qué Dios encarece tanto que pidamos, busquemos y llamemos? No es para beneficio de Él, sino de nosotros. Al pedir, buscar y llamar nos conectamos con Dios, y entramos en una dinámica transformacional, que cambia nuestra mente, nos ayuda a autorregularnos emocionalmente, y nos habilita para enfrentar los desafíos de la vida diaria.

Sin embargo, podríamos preguntarnos:

• ·¿Por qué tengo que pedir, si Dios ya sabe que yo necesito, pues Él es omnisciente?
• ·¿Por qué tengo que buscar, si Dios ya sabe que yo preciso encontrar, y Él es omnipresente?
• ·¿Por qué tengo que llamar, si Dios ya sabe que estoy a la puerta?
• ·¿Por qué si Dios conoce nuestras necesidades y deseos, no nos la otorga y, por el contrario, nos exhorta a pedirle que nos la conceda?

Por qué solo los que piden, reciben; solo los que buscan, hallan; y solo a los que llaman, se les abre. Así funciona la economía de Dios. Santiago (4:2) dice: “No tenéis (…) porque no pedís”.

En verdad Dios conoce las necesidades de sus hijos, pues Él es omnisciente y omnipresente. Pero a pesar de esa realidad, la palabra de Dios nos exhorta a pedirle a Dios, a buscarle y llamar ante su puerta; porque es la única forma de construir una relación con Él.

Así que, Dios nos invita a acercarnos con la confianza, naturalidad y espontaneidad con que un hijo se acerca a su padre para pedirle por sus necesidades; y Él está deseoso de responder las oraciones de sus hijos. Dios quiere que sus hijos pidan lo que está en sus corazones, porque Él se deleita en dar.