Amigos según el corazón de DiosSample

Amistades que desvían: cuando elegir mal cuesta caro

Dios nos advierte claramente en su Palabra que las amistades equivocadas pueden tener consecuencias espirituales profundas. No todas las relaciones edifican; algunas destruyen lentamente la fe, el carácter y el propósito. Por eso, la Biblia no solo nos llama a amar a todos, sino también a discernir con quién caminamos de cerca.

El apóstol Pablo fue directo: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33 RVR1960). La expresión “malas conversaciones” se refiere a relaciones o compañías constantes con personas que no viven según los principios de Dios. No se trata de evitar al mundo, sino de evitar que el mundo moldee nuestro corazón.

La corrupción espiritual no ocurre de un día para otro. Es un proceso sutil: una influencia, una idea, una actitud que poco a poco debilita nuestra comunión con Dios. Las malas amistades pueden hacernos justificar el pecado, normalizar la desobediencia y perder sensibilidad a la voz del Espíritu Santo.

Proverbios 13:20 (RVR1960) nos recuerda: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado.” Las personas con las que más compartimos determinan, en gran parte, nuestro crecimiento o nuestra caída. Si caminamos con quienes buscan a Dios, seremos fortalecidos; si nos rodeamos de quienes ignoran su Palabra, inevitablemente sufriremos daño.

Esto no significa que debamos vivir aislados. Jesús comió con pecadores, pero su intención fue transformar, no imitar. La clave está en el nivel de influencia. ¿Quién influye más: tú sobre ellos o ellos sobre ti? Hay relaciones en las que podemos servir como testimonio, pero no debemos permitir que se conviertan en la fuente principal de consejo, ejemplo o compañía íntima.

Proverbios 22:24-25 (RVR1960) advierte: “No te juntes con el iracundo, ni andes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.” La amistad tiene el poder de contagiar actitudes, para bien o para mal. La ira, la crítica, la inmoralidad o la incredulidad pueden sembrarse en nuestro corazón cuando abrimos espacio a influencias contrarias al Espíritu de Dios.

Las Escrituras también nos muestran ejemplos de las consecuencias de elegir mal:

• Sansón se dejó dominar por Dalila y terminó sin fuerza, sin visión y sin libertad (Jueces 16 RVR1960).
• Salomón, el hombre más sabio, se desvió por las influencias de quienes no amaban al Señor (1 Reyes 11:4 RVR1960).
• Amnón, aconsejado por su primo Jonadab, cayó en un pecado terrible que destruyó su familia (2 Samuel 13 RVR1960).

Dios no quiere que vivamos con temor, sino con sabiduría. Él desea que nuestras relaciones sean fuente de crecimiento y no de tropiezo. 2 Corintios 6:14 (RVR1960) nos exhorta: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?”

El Señor anhela rodearte de personas que te animen a buscarlo, que oren contigo, te desafíen en la fe y te acompañen en tu propósito. Si hoy reconoces que hay relaciones que enfrían tu corazón, este es el momento de rendírselas a Dios. Él te dará la sabiduría y el valor para tomar decisiones que protejan tu comunión con Él.

Haz una lista honesta de tus amistades más cercanas. Ora y pregúntale al Señor: ¿estas relaciones me acercan a ti o me alejan? Pide discernimiento para poner límites o tomar distancia cuando sea necesario, y valor para hacerlo en amor, no en juicio. Luego, ora para que Dios te rodee de amistades sabias, maduras y espirituales que te ayuden a caminar firme en su voluntad.

Oración final:
Padre bueno, gracias por advertirme en tu Palabra. Dame discernimiento para reconocer qué amistades edifican y cuáles me desvían. Líbrame de relaciones que debilitan mi fe y rodéame de personas que reflejen tu carácter. Enséñame a amar con verdad y a caminar con sabiduría. Que mis amistades te glorifiquen y me impulsen a vivir cada día más cerca de ti. Amén.