Amigos según el corazón de DiosSample

Cuando la amistad se pone a prueba

Las amistades verdaderas no solo se disfrutan en los buenos tiempos; se prueban en los difíciles. Es fácil acompañar a alguien en la risa, pero es en el llanto donde se revela el valor genuino de una relación. Las pruebas son el horno donde se purifica el oro, y también donde se prueba la fidelidad de los amigos.

El libro de Job nos ofrece una imagen conmovedora. Este hombre, justo y temeroso de Dios, perdió en un solo día sus bienes, sus hijos y su salud. En medio de su dolor, tres amigos llegaron desde lejos “para condolerse de él y para consolarle” (Job 2:11 RVR1960). Cuando lo vieron, lloraron y se sentaron junto a él durante siete días y siete noches, en silencio, porque su sufrimiento era demasiado grande.

Esa escena nos enseña una lección poderosa: a veces, lo más profundo que podemos ofrecer no son palabras, sino presencia. Hay momentos en que el consuelo no se expresa hablando, sino estando. En lugar de respuestas, el corazón dolido necesita compañía. La amistad fiel sabe cuándo callar y cuándo simplemente permanecer.

El sabio lo resumió así: “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia” (Proverbios 17:17 RVR1960). La fidelidad se demuestra en la constancia, no en la conveniencia. El amigo verdadero no desaparece cuando llegan las lágrimas; se queda, aunque no entienda del todo lo que ocurre.

Jesús también valoró la compañía en medio del dolor. En Getsemaní, en la noche de su angustia, pidió a sus discípulos: “Quedaos aquí, y velad conmigo” (Mateo 26:38 RVR1960). Aunque ellos fallaron, ese episodio revela una verdad humana y divina: hasta el Hijo de Dios deseó compañía en su momento más oscuro. Si Jesús necesitó amigos que oraran con Él, ¿cuánto más nosotros?

La amistad que supera las pruebas no es perfecta, pero es fiel. No siempre sabe qué decir, pero no se aleja. No tiene todas las respuestas, pero ora, escucha y sostiene. Las amistades así son un reflejo de Cristo, el amigo perfecto que nunca nos abandona.

Quizá tú también has pasado por momentos en los que pocos permanecieron. O tal vez alguien cercano está atravesando un valle y no sabes qué hacer. La mejor expresión de amor puede ser tu presencia silenciosa, una oración, una visita, un mensaje sincero que diga: “Estoy contigo”.

El apóstol Pablo lo experimentó cuando escribió: “Onesíforo muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas” (2 Timoteo 1:16 RVR1960). Los verdaderos amigos no se alejan del dolor, sino que caminan hacia él con compasión.

Piensa en alguien que está sufriendo: por enfermedad, pérdida, ansiedad o soledad. No necesitas tener todas las palabras correctas; a veces, tu presencia vale más que cualquier discurso. Esta semana, decide estar allí: llama, visita o escribe a esa persona. También, agradece a Dios por quienes estuvieron contigo cuando más los necesitaste.

Oración final:
Señor Jesús, tú eres el amigo fiel que nunca abandona. Gracias por permanecer a mi lado en mis valles y en mis noches oscuras. Enséñame a ser un amigo compasivo, presente y leal, capaz de consolar con tu consuelo y de amar sin juicio. Que mi presencia lleve esperanza y que mis palabras edifiquen. Ayúdame a reflejar tu fidelidad en mis relaciones. Amén.