Amigos según el corazón de DiosSample

Amigos sabios: amistades que edifican

Las amistades que cultivamos tienen un poder enorme para moldear nuestro carácter. Nadie camina solo sin verse influenciado; todos somos transformados por las personas con las que compartimos el camino. Por eso, la Biblia no trata la amistad como algo trivial, sino como un asunto espiritual de profunda importancia.

Proverbios 27:17 (RVR1960) presenta una imagen muy reveladora: “Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo.” El proceso de afilar implica fricción, pero también propósito. Las amistades verdaderas no se limitan a hacernos sentir bien; también nos desafían, nos confrontan y nos hacen crecer. El amigo piadoso no teme decir la verdad en amor, aun cuando duela, porque su deseo no es agradar al ego, sino edificar el alma.

Las amistades sabias son aquellas que nos empujan a parecernos más a Cristo. Nos alientan cuando estamos desanimados, oran con nosotros en la debilidad y nos confrontan cuando nos desviamos del propósito. En cambio, las amistades necias, aunque parezcan atractivas o divertidas, pueden arrastrarnos a decisiones que nos alejan del Señor. La Escritura es clara: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20 RVR1960)

Pablo refuerza este principio en 1 Corintios 15:33 (RVR1960): “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” Las amistades no son neutrales; nos edifican o nos corrompen. Por eso, debemos cuidar quién tiene acceso a nuestro corazón y a nuestra intimidad. No se trata de vivir con miedo, sino con discernimiento espiritual.

Jesús tuvo un corazón abierto hacia todos, pero su círculo más cercano estaba compuesto por discípulos que compartían su visión y misión. Esto nos enseña algo fundamental: amar a todos no significa caminar con todos. Hay niveles de relación, y el Espíritu Santo nos guía a distinguir entre las amistades a las que debemos servir y las que debemos dejar influirnos.

Una amistad que edifica tiene características muy concretas:

• Te anima a amar más a Dios.
• Ora contigo y por ti.
• Celebra tus logros sin envidia.
• Te corrige con humildad cuando lo necesitas.
• Permanece fiel en los tiempos difíciles.

Estas relaciones no se forman de la noche a la mañana; se construyen con tiempo, confianza y sinceridad. Y antes de buscarlas, debemos preguntarnos: ¿soy yo también un amigo que edifica? A veces pedimos amistades sabias sin estar dispuestos a ser moldeados para convertirnos en ese tipo de persona.

Si queremos amistades que nos impulsen hacia Dios, debemos comenzar por ser amigos conforme al corazón de Cristo. Él nos transforma para que, en lugar de buscar relaciones que nos entretengan, anhelemos relaciones que nos santifiquen.

Haz una revisión honesta de tus amistades. ¿Te acercan a Dios o te enfrían espiritualmente? ¿Te edifican o te distraen? Pídele al Señor discernimiento para fortalecer las relaciones que te impulsan a crecer y sabiduría para alejarte de aquellas que te alejan de su voluntad. Esta semana, decide ser intencional: llama a un amigo para orar juntos o anímalo con una palabra de fe.

Oración final:
Padre celestial, gracias por las amistades que edifican mi vida. Enséñame a caminar con personas que te honran, y a ser un amigo que anima, corrige y acompaña con amor. Dame discernimiento para elegir relaciones que me acerquen a ti y fuerza para soltar las que me desvían. Que mi vida refleje tu sabiduría y que mis amistades sean un testimonio de tu gracia. Amén.