YouVersion Logo
Search Icon

Cristo vino... ¡y todo cambió!Sample

Cristo vino... ¡y todo cambió!

DAY 3 OF 5

Sin Cristo, sin acceso al Padre

Cuando Dios descendió sobre el Monte Sinaí para entregar los Diez Mandamientos, el monte humeaba y temblaba. Dios le ordenó a Moisés: «Pondrás límites alrededor para el pueblo, y dirás: “De ningún modo suban al monte o toquen su límite. Cualquiera que toque el monte, ciertamente morirá”» (Ex. 19:12). Esta era la relación del hombre con Dios sin Cristo: distancia, temor, separación absoluta.

Sin Jesús, no conoceríamos verdaderamente a Dios. Habríamos oído hablar de Él, como se habla de un rey lejano y distante, pero nunca lo habríamos conocido de verdad. Jesús mismo declaró que vino para revelar al Padre (Mat. 11:27). Si vino para revelarlo, es porque no lo conocíamos realmente.

Uno de los errores más grandes de la humanidad es pensar que todos somos hijos de Dios. La Biblia es clara: somos criaturas de Dios, pero solo llegamos a ser hijos cuando recibimos a Cristo. El apóstol Juan lo expresa claramente: «Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre» (Juan 1:12). Sin Cristo, seríamos eternamente huérfanos espirituales, criaturas sin Padre.

Imagina la tragedia de esto. El Creador del universo, quien te formó en el vientre de tu madre, quien conoce cada cabello de tu cabeza, sería para siempre un extraño inalcanzable. No habría «Abba, Padre». No habría acercamiento confiado al trono de gracia. Solo distancia, solo separación, solo el temor que inspira un Dios santo ante pecadores inmundos.

Pero Cristo cambió todo esto. Él no solo abrió el camino; Él es el camino. Cuando murió, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo (Mat. 27:51), no de abajo arriba como lo haría un hombre, mostrando que Dios mismo abría el acceso a Su presencia.

Ahora, gracias a Cristo, tenemos un Sumo Sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades. Hebreos nos hace una invitación extraordinaria: «Acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna» (Heb. 4:16). ¿Confiadamente? ¿Al trono del Dios tres veces santo? Sí, porque Cristo es nuestro mediador, nuestro puente, nuestro acceso directo al Padre.

Sin Cristo, oraríamos al vacío, sin saber si alguien nos escucha. Con Cristo, tenemos la certeza de que el Padre nos oye, nos conoce y nos ama. No somos huérfanos espirituales vagando en un mundo indiferente. Somos hijos amados con acceso directo a nuestro Padre.

Esta Navidad, cuando veas representaciones del bebé en el pesebre, recuerda: ese bebé creció y vivió en completa obediencia a la ley de Dios; murió en la cruz para el perdón de tus pecados; resucitó al tercer día, venciendo la muerte y el pecado; subió al cielo, se sentó a la derecha del Padre y, desde allí, intercede por ti. Cristo vino para transformar tu relación con Dios de distante a íntima, de temor a amor, de separación a unión.

Versículo para memorizar

«Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu» (Ef. 2:18).

Medita en este versículo durante el día. Repítelo cuando te sientas distante de Dios. Recuerda que tienes acceso garantizado al Padre a través de Cristo.


___
Adelanto del día siguiente: Mañana exploraremos cómo, sin Cristo, no conoceríamos el verdadero amor, viviendo en un mundo donde el amor sería apenas una sombra de lo que Dios intentó que fuera.

About this Plan

Cristo vino... ¡y todo cambió!

En esta Navidad, mientras el mundo celebra pero olvida al verdadero motivo, este plan te invita a reflexionar sobre cómo todo cambió cuando Cristo vino. A lo largo de cinco días, meditaremos en lo que el mundo no tendría sin Jesús y en las gloriosas realidades que ahora poseemos en Él. Adaptado del sermón del pastor Miguel Núñez, «¿Y si Cristo no hubiese venido?», a través de este devocional descubrirás cómo Su venida transformó nuestra esperanza, nuestro perdón y nuestro destino eterno.

More