Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimenSample

El Dios del desierto
¿Qué tiene de especial el Dios del desierto? ¿No sería mejor conocer al Dios de los jardines, donde todo es verde, frondoso y satisfactorio? Los jardines están adornados con autosuficiencia y dejan poco espacio para los milagros.
En el desierto, Dios provee maná, el pan de los ángeles.
En el desierto, Dios protege a Sus hijos de los rayos y el calor del sol con una nube gigantesca.
En el desierto, Dios enciende una columna de fuego para iluminar el camino en la noche.
Dios no deja a Sus hijos solos en el desierto. Hace Su morada con ellos en el peregrinaje. A aquellos que se acercan, los invita a Su monte santo. Si hubiera una abundancia de ríos en el desierto, ¿quién necesita una fuente de agua milagrosa que brota de una roca?
Puede ser un viaje largo y difícil a través del desierto, pero también es donde aquellos que eligen obedecerle y creer en Sus promesas presencian los milagros más asombrosos.
Mismo desierto, experiencia diferente
Los israelitas anduvieron errantes en el desierto durante 40 años debido a su incredulidad y terquedad. Incluso después de presenciar milagros extraordinarios para liberarlos de la esclavitud, dudaron, se quejaron y pecaron, llegando incluso a crear un ídolo de un becerro de oro. El Salmo 78 describe este tiempo en gran detalle y cómo su incredulidad enfureció al Señor y los hizo deambular por el desierto.
A pesar de las consecuencias de su pecado, Dios los cuidó esos 40 años, proveyendo pacientemente y moldeando a Su pueblo elegido.
Josué fue el asistente de Moisés durante esos años. De los 12 espías enviados a explorar la tierra prometida, él y Caleb fueron los únicos dos que básicamente dijeron: "¡Sí! Es maravillosa, Dios nos dará esta tierra, ¡hagámoslo!" (consulta Números 13 y 14).
Los israelitas dudaron, Josué creyó.
Los israelitas se quejaron y quisieron volver a Egipto, Josué confió en que Dios cumpliría Su palabra.
Los israelitas pecaron contra Dios, Josué fue un hombre justo.
Pero al igual que los israelitas, Josué anduvo errante 40 años en el desierto. No pudo evitar el desierto.
Sin embargo, el Dios que Josué conoció en el desierto fue diferente al Dios que la generación que murió en el desierto conoció.
Después de la muerte de Moisés, a Josué se le encargó la tarea de dirigir a los israelitas a la tierra prometida y librar muchas batallas para conquistar la tierra. Durante una de esas batallas, Josué elevó una oración asombrosa y audaz (posiblemente la más audaz).
“...Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel”. (Josué 10:12b-14 RVR1960)
¿Cómo se le ocurrió a Josué esa oración? ¡Y lo que es más asombroso es que Dios respondió a una petición tan audaz y fuera de este mundo! A Dios no le importó el hecho de que Josué orara lo incorrecto (después de todo, era la tierra la que necesitaba detenerse, no el sol o la luna), ¡pero eso no limitó a Dios!
Josué le pidió a Dios que detuviera el tiempo y nuestro asombroso Dios respondió a esa fe; ¡qué espectáculo! Aquellos lo suficientemente cerca para escuchar la oración de Josué deben haber pensado que estaba loco. Sin embargo, a medida que la batalla continuaba y el sol no se ponía durante casi un día entero, sus mentes y espíritus cansados se infundieron de fe para seguir luchando. ¡Qué Dios tan poderoso! ¡Qué fe tan increíble!
Quiero tener ese tipo de fe confiada; estoy segura de que la mayoría de nosotros también. ¿Y sabes cómo se desarrolla la fe que altera el tiempo? En el desierto.
Josué estuvo constantemente cerca de Moisés y de la presencia de Dios en el desierto. Presenció milagros de cerca. Vio la nube sobre el tabernáculo, escuchó la voz de Dios cuando habló desde la montaña. Vio la tierra tragar a personas rebeldes. ¡Comió maná, recibió carne de codorniz del cielo, bebió agua de una roca!
Esos 40 años fueron el entrenamiento que necesitaba para el trabajo que heredó de Moisés. Josué tenía una confianza ciega en el Dios que lo acompañó a través del desierto y confiaba en que Él escuchaba sus oraciones, sin importar cuán poco convencionales o extrañas fueran.
Caminar con el Dios del desierto (incluso si somos forzados al desierto debido a la incredulidad de otras personas) desarrolla nuestra fe y carácter hasta el punto de oraciones audaces. Podemos estar seguros de que el Dios de lo imposible nos ayudará, ya sea que digamos las palabras correctas o no. Él entiende lo que queremos decir y es movido por la fe, no por la precisión.
Querido amigo, en el desierto tomamos decisiones. O le seguimos, o nos rendimos. O elegimos la rectitud o, como los israelitas, nos volvemos tercos y nos quejamos contra Él. O le creemos, o desafiamos Su soberanía.
Como compañera de viaje por los desiertos de la vida, estoy convencida de que José eligió confiar y seguir al Dios de sus antepasados, totalmente comprometido y dedicado a hacer lo que era correcto, incluso si le costaba. Fue en el desierto donde un José quebrantado levantó la bandera blanca de la rendición. Fue a través de la simple pero difícil elección de seguir a Dios, que se liberó de los patrones de pecado que habían dominado a su familia durante décadas. Qué paradoja: de todos los hermanos, él era el esclavo, pero también el que era verdaderamente libre.
Por lo tanto, el José del capítulo 39 fue capaz de resistir la tentación día tras día. En el desierto, aprendió a confiar en Dios a pesar de sus miedos al futuro, un proceso que transformó a un joven para entender poco a poco de dónde venían sus dones, y que sólo le correspondía a Dios interpretar los sueños.
¿Has estado en el desierto? Tal vez ahí es donde te encuentras ahora. Con los pies hundiéndose profundamente en la arena, sobreviviendo un día a la vez, a menudo un minuto a la vez. Lo que decidas en el desierto tiene la posibilidad de alterar positivamente tu destino y el futuro de tu familia... si eliges la rectitud. Puede que no veas el resultado de tus decisiones de inmediato, la historia de José apenas está comenzando en este punto, pero sus decisiones en el desierto y la espera definieron el resto de su historia.
Scripture
About this Plan

Usando la historia de José como base, Rasgado aborda la lucha por reconciliar el amor de Dios con el dolor. Si nos ama, ¿por qué permite que otros nos lastimen? Este plan nos enseña cómo volver a tener esperanza e intimidad con Dios a pesar del sufrimiento, cómo confiar en Sus planes y poder para redimir nuestras historias, tener éxito en la tierra de nuestro aflicción y olvidar, fructificar y perdonar. Es una adaptación del libro en inglés "Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen" de Karenlie Riddering.
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