Fe Para Los Días De TormentasSample

“En medio de las tormentas tenemos a quién clamar”

La escena comienza con una invitación de Jesús: “pasemos al otro lado”. Los discípulos obedecen, pero la obediencia no los libró de enfrentar una tormenta. El evangelio dice literalmente: —“se levantó una gran tempestad”. El término griego lailaps describe un torbellino repentino, un huracán violento. El texto resalta que la tormenta era ‘grande’. No se trataba de una simple brisa, sino de un fenómeno que ponía en riesgo la vida misma.

Lo sorprendente es que muchos de ellos eran pescadores experimentados. Sabían leer el cielo y el mar, pero esta vez el peligro los sobrepasó. Lo mismo nos ocurre a nosotros: podemos tener experiencia, recursos y planificación, pero hay tormentas que nos dejan sin respuestas. La vida cristiana no nos garantiza ausencia de problemas; lo que nos asegura es que en medio de las tormentas siempre tenemos a quién clamar.

El miedo es humano, pero la reacción de los discípulos es una lección para nosotros: fueron a Jesús. No tenían todo resuelto, no oraron con palabras perfectas, pero lo buscaron con un clamor desesperado. El texto dice literalmente que gritaron: “Maestro” (Marcos 4:38 NVI). Ese gesto nos recuerda que la fe no consiste en nunca tener miedo, sino en saber a quién acudir cuando llegan las tormentas y el miedo nos paraliza. El salmista escribe: “«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción." (Salmo 107:28 NTV).

Preguntas de reflexión

• ¿Qué tormentas inesperadas estamos enfrentando hoy?
• ¿Es nuestra reacción natural clamar a Dios en medio de los problemas?
• ¿Cómo podemos cultivar una fe que nos lleve directamente a Jesús en medio del caos?

Aplicación práctica

Hoy podemos reconocer que hay tormentas que no controlamos. La fe no significa negar la realidad, sino confiar en que Jesús está por encima de lo que nos desborda. Nuestro desafío es aprender a clamar primero a Él, antes de desgastarnos en soluciones humanas que no alcanzan.

"La fe no evita las tormentas, pero nos recuerda que nunca las enfrentamos solos: siempre tenemos a quién clamar".