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Las heridas paternas y su impacto en nuestra fe

Las heridas paternas tienen un impacto profundo en nuestra identidad y en nuestra relación con Dios. Estas heridas pueden ser el resultado de palabras dichas con ira, expectativas incumplidas, abandono, o incluso el dolor de nunca haber conocido a un padre terrenal. Estas experiencias nos dejan cicatrices que, si no son tratadas, pueden llevarnos a cuestionar nuestro valor y nuestra capacidad de confiar en otros, incluyendo a Dios.

Un ejemplo bíblico de alguien que experimentó heridas familiares profundas es José, el hijo de Jacob. Vendido como esclavo por sus propios hermanos, José tuvo todas las razones para vivir con resentimiento y amargura. Sin embargo, la Escritura dice: “El Señor estaba con José” (Génesis 39:21, RVR1960). Este recordatorio nos muestra que, aunque las personas pueden fallar, Dios nunca nos abandona.

En mi caso, las heridas por el abandono marcaron mi forma de ver la vida y también a Dios. Por un tiempo pensé que, si mi padre terrenal no había estado, entonces no podía confiar en nadie, ni siquiera en mi Padre celestial. Pero fue allí donde Dios me encontró: en medio de mi vacío. Descubrí que sus brazos estaban abiertos para sanarme, y que aquello que parecía una herida imposible de cerrar, Él lo transformaba en una oportunidad para conocerlo de una manera más íntima.

El proceso de sanidad comienza cuando llevamos nuestras heridas al Padre celestial. El salmista nos recuerda: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmos 34:18, RVR1960). Dios no solo está dispuesto a sanar, sino que se especializa en usar nuestro dolor para su gloria y nuestro bien. Como José declaró más adelante: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20, RVR1960).

Reconocer nuestras heridas no significa quedarnos atrapados en el pasado, sino permitir que Dios las transforme en propósito. Esto requiere vulnerabilidad y confianza, sabiendo que el Padre celestial es capaz de restaurarnos completamente. Su gracia es suficiente para llenarnos de paz, y su poder se perfecciona en nuestra debilidad.

🙏 Preguntas de reflexión

• ¿Qué heridas paternas aún necesitas entregar a Dios?
• ¿De qué maneras has visto a Dios redimir situaciones dolorosas en tu vida?
• ¿Cómo puedes invitar a Dios a transformar tu dolor en propósito?