Un amor que suple necesidades reales

La multitud tenía hambre. Miles de personas habían seguido a Jesús, escuchado sus palabras y recibido esperanza. Pero también tenían una necesidad muy práctica: necesitaban comer. Los discípulos, preocupados, pensaron que lo mejor era despedirlos. Pero Jesús respondió algo diferente: “Denles ustedes de comer”.

Con solo cinco panes y dos peces, Jesús alimentó a todos. No solo suplió una necesidad física, sino que les mostró algo más profundo: su compasión es completa. Su amor no solo toca el alma, también se interesa por lo que vivimos cada día. Él no mira a las personas como números, ni trata las necesidades como interrupciones. Para Jesús, el dolor de la gente era una oportunidad para amar.

Así también es contigo. Jesús ve lo que necesitas, aunque no lo digas. Él no está tan ocupado con lo espiritual como para ignorar lo emocional, lo físico, lo cotidiano. Si hay carencia en tu vida, si hay algo que te pesa, si sientes que tienes muy poco, recuerda que Jesús puede multiplicar lo que tienes, suplir lo que falta y cuidar lo que a veces ocultas.

Su amor es tierno, atento y presente. No solo te habla de salvación eterna, también se preocupa por lo que hoy te quita el sueño. Él quiere cuidar de ti, alimentarte en lo profundo y recordarte que no estás solo. Puede que lo que tienes en tus manos parezca poco, pero en las suyas se vuelve más que suficiente.