Clemente y Misericordioso

Es cierto que Dios es Santo y puro, que no tolera el pecado, que es fuego consumidor, y que nos ama con amor eterno. Precisamente por ese amor también es un Diosclemente y misericordioso.

La clemencia de Dios se manifiesta en que es compasivo con nosotros porque sabe que somos débiles, que muchas veces seremos tentados y caeremos. También sabe que, en ocasiones, permitimos que nuestro corazón se llene de “mini dioses” que compiten con Él. Sin embargo, su castigo no es inmediato; Él nos tiene paciencia y nos da oportunidades para arrepentirnos.

A veces, el pecado o la comodidad de vivir bajo el dominio de esos dioses falsos nos nublan la visión espiritual, y no percibimos esas oportunidades. Pero Dios siempre nos da tiempo y caminos para volver a casa, para devolverle el trono de nuestro corazón. Muchas veces, incluso más oportunidades de las que creemos merecer.

Su misericordia siempre está presente. Dios está dispuesto a ayudarnos tan pronto como de nuestra boca salga un ¡Señor, sálvame! Él nos ama, quiere restaurarnos y protegernos aun después de haberle fallado. Está siempre listo para perdonarnos, paciente para castigar, amándonos aunque no seamos perfectos.

Dios no aprueba el pecado, pero se acerca con gracia para sanar, restaurar y levantar al caído.