Pasado y Presente

Si miramos a nivel mundial y a lo largo de la historia, encontramos que según las culturas y regiones, existen diferentes “dioses”, con distintos nombres y cualidades. En algunas civilizaciones antiguas, cada vez que una figura más poderosa les ayudaba, la consideraban una deidad y le asignaban un nombre propio. Así, terminaron multiplicando los dioses: uno para cada tipo de ayuda recibida. No concebían que pudiera existir un único Dios todopoderoso capaz de suplir todas sus necesidades.

Con el tiempo, esta forma de pensar fue creando todo un panteón de divinidades en el mundo, algunas muy conocidas y otras apenas recordadas.

Como cristianos, a menudo nos sorprendemos y decimos: “¡Wow! ¿Cómo es posible? ¡Si solo hay un Dios!”. Sin embargo, la verdad es que muchos de nosotros, sin darnos cuenta, también hemos creado un “dios” a nuestra medida: uno que se ajusta a nuestras necesidades y deseos personales. A veces, incluso usamos la Biblia a nuestro favor, sin dedicar tiempo para conocer al Dios verdadero.

Este no es un problema exclusivo de la Iglesia actual, aunque la sociedad parezca estar “patas arriba”, sino un conflicto que el pueblo de Dios ha enfrentado a lo largo de toda la historia. La humanidad siempre ha necesitado y seguirá necesitando un dios en quién confiar.

Así lo vemos en el relato bíblico del apóstol Pablo cuando llegó a Atenas. Las personas de esa ciudad estaban ansiosas por escuchar cosas nuevas, y su ciudad estaba llena de ídolos. Aunque era un lugar muy religioso, tenían “muchos dioses”, tal como ocurre hoy: personas que crean dioses complacientes, que aprueban su pecado sin confrontarlos, como si le hicieran un favor a Dios por creer en Él.

Cuando la adversidad llega, esos mismos recurren al “dios desconocido”, pero no para buscarlo de corazón, sino para culparlo de sus males y encontrar más excusas para no acercarse. En Atenas había un altar con la inscripción: “Al Dios no conocido”. Habían oído de sus maravillas, de cómo libraba a su pueblo y hacía proezas; tal vez incluso le ofrecían sacrificios… pero no le conocían realmente, porque nunca se habían preocupado por hacerlo. Su devoción estaba dividida entre muchos otros dioses que encajaban con sus estilos de vida.