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Sentarse a La Mesa Con JesúsSample

Sentarse a La Mesa Con Jesús

DAY 2 OF 3

Después de todo lo que vivimos, de las dudas, el dolor y la incertidumbre, a veces surge un sentimiento que duele en silencio: ¿No soy demasiado roto, demasiado imperfecto o demasiado “indigno” para estar en su mesa?

Esas voces internas, tan fuertes y tan persistentes, nos hacen sentir que no somos adecuados, que no somos invitados. En el fondo, tememos que el amor de Jesús sea para otros, para los que hacen las cosas bien, y no para nosotros, que seguimos tropezando y sintiéndonos pequeños ante la grandeza de Dios.

Si hoy te estás preguntando eso, quiero que sepas que ninguno es digno:

Romanos 3:23-26 “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (RVR1960).

La verdad es que la invitación que Jesús nos hace no conoce esas barreras que nosotros creemos que existen. Para eso la historia de Jesús como invitado en la casa de Mateo es la más apropiada: Leví, también conocido como Mateo, era un cobrador de impuestos... uno de esos tipos que todos evitaban, que cargaban el estigma de la traición y la codicia.

Pero ese día, Jesús lo vio. No cómo lo veían los demás. Lo llamó. Y Leví, sin pensarlo, dejó todo y lo siguió. Esa misma noche, Leví organizó un gran banquete en su casa. Y no invitó a los “santos” del barrio... Invitó a otros como él: cobradores de impuestos, hombres mal vistos, pecadores públicos.

¿Y Jesús?

Jesús no sólo fue. Se sentó a la mesa con ellos, comió con ellos, seguro se río con ellos, los amó ahí, tal como estaban. Los fariseos, escandalizados, no entendían, “¿Cómo se atreve a comer con esa gente?"

Y Jesús respondió con una de las frases más liberadoras de todos los tiempos:

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

Lucas 5:29-32 – En la casa de Leví

Leví ofreció un gran banquete en su casa, y Jesús estaba allí, comiendo con ellos... Jesús no se sienta con santos, sino con pecadores, cobradores de impuestos, los no invitados por la religión.

Estar en la mesa con Jesús rompe la lógica religiosa. Ahí Jesús se revela no como juez distante, sino como médico que vino a sanar a los enfermos.

Oración final

Señor, tú que vienes a los quebrantados y caídos, sana mis dudas y mis miedos de no ser digno. Que tu gracia me alcance hoy y me dé la valentía para acercarme sin miedo a tu amor incondicional. Amén.

¿Qué “voces” te han hecho sentir que no eres digno del amor de Jesús?

¿Cómo cambia tu corazón saber que Jesús llama a todos, no solo a los perfectos, a sentarse a su mesa?

About this Plan

Sentarse a La Mesa Con Jesús

Somos dos jóvenes caminando juntos, con dudas, heridas y sueños, sentándonos a la mesa con Jesús. Este devocional es un espacio donde la fe no son certezas inquebrantables, sino compañía sincera en medio del dolor y la búsqueda. A través de relatos bíblicos y vivencias cotidianas, descubrimos que Jesús no está lejos ni juzga desde la distancia; nos invita a compartir con Él tal como somos, con imperfecciones y anhelos. Aquí no estamos solos, sino en diálogo con el amigo que transforma la oscuridad en luz, abre puertas y renueva el propósito. Jesús camina con nosotros, incluso en lo incierto.

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