Sentarse a La Mesa Con JesúsSample

Al igual que tú que estás leyendo este plan devocional, soy un joven con una vida de rutinas, estudiando y trabajando para cumplir mis sueños, los de mis padres y los de Dios. Debo confesar que no soy nuevo en la fe, pero el llevar años en este camino en el que he atravesado circunstancias desafortunadas, desilusiones amorosas, y malas decisiones, me ha replanteado muchas ideas que tenía sobre mi fe. Para mí fue una sorpresa que al recibir a Cristo en mi corazón, el dolor de mis circunstancias no se desvaneció, sino que adquirió un sentido distinto. El dolor ya no es un vacío o un eco sin esperanza; ahora tiene un propósito.

Puede que este sea un momento en que estés dudando del porqué Dios decidió escogerte, hoy quiero decirte que yo también paso por lo mismo, y más sorprendente aún, los amigos de Jesús, que caminaron, comieron, hicieron milagros junto a él, no demoraron en experimentar lo mismo que tú y yo en ocasiones sentimos: desesperanza.

Hay un gran relato bíblico, el camino a Emaús. Lucas 24:13-35 nos narra la historia de dos discípulos de Jesus que caminaban rumbo a Emaús con el corazón pesado y la esperanza rota por la muerte de quien dijo que los salvaría. Todo lo que habían esperado y creído parecía derrumbarse; sus sueños de ser liberados por el yugo romano se desvaneció, tanto así que escaparon hacia el lado opuesto de su llamado, alejándose del propósito que Dios tenía para ellos en Jerusalén. Mientras caminaban, conversaban sobre lo sucedido, sin percatarse que Jesús mismo se les acercaba, pero ellos no lo reconocieron. Los discípulos, disgustados de la supuesta ignorancia de Jesús al preguntarles sobre de lo que tanto conversaban, no se demoraron en llevarse una buena cátedra de las Escrituras, pues Jesús aclaró su confusión con paciencia hasta que el día oscureció. Fue únicamente hasta cuando compartieron la cena y Jesús partió el pan, que sus ojos se abrieron y finalmente lo reconocieron. En ese instante, la tristeza dio paso a una esperanza renovada, que los hizo arriesgar su vida en medio de los peligros de la noche y volvieron rápidamente a Jerusalén para contar lo que habían vivido.

Lucas 24:30-32 "Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Se decían el uno al otro: — ¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (NVI).

Confieso no ser mejor que aquellos discípulos, pues muchas veces mi falta de fe produce suficientes emociones como para querer abandonar todo por lo que Jesús tanto luchó, mi libertad. Cuando Jesús partió el pan con aquellos discípulos, algo cambió en ellos: sus ojos se abrieron, no sólo para verlo a Él, sino para entender que no estaban solos, que en medio del dolor había esperanza. Y hoy, sentado contigo en esta lectura, quiero decirte que tú tampoco estás solo. No importa lo que sientas, Él está ahí en la mesa, ofreciendo un propósito y una esperanza. No dejes hoy pasar la oportunidad de cenar junto a él.

Oración final

Jesús, aunque mi corazón esté cansado y mi camino incierto, te invito a sentarte conmigo. Transforma mi tristeza en fuerza, mi miedo en confianza y haz que mi alma arda con la luz de tu presencia. Amén.

¿En qué momentos de tu vida has sentido que Jesús caminaba contigo sin que tú lo reconocieras?

¿Qué te gustaría que Jesús te enseñara en este camino de incertidumbre y esperanza?