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¿Qué te dices a ti mismo acerca de ti mismo? Por ejemplo, podrías decir cosas negativas: Soy tan torpe, no soy importante, no sirvo para nada, no tengo talentos, nadie se preocupa por mí, siempre me equivoco… Por otro lado, podrías pensar cosas positivas: Puedo hacerlo, encontraré una manera, soy un buen amigo, hago lo correcto… Estas conversaciones internas tienen una gran influencia en tu bienestar, ya sea de manera positiva o negativa.

Lo que Dios dice sobre ti debe formar la base de un diálogo interno positivo. Tu valor proviene de Jesús, no de tus acciones o logros, ni de las opiniones de otras personas. No tienes que merecer la aprobación de Dios. Es un regalo a través de Jesús. No tienes nada que ganar ni nada que demostrar. Nada de lo que hagas hará que Dios te ame menos o más de lo que ya te ama.

Cambiar tu diálogo interno es parte de lo que Romanos 12:2 implica cuando dice: “Deja que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar”. Si se lo permites, el Espíritu Santo te ayudará a reconocer y transformar los pensamientos negativos que se cuelan a través de influencias externas, como lo que escuchas, ves y consumes en las redes sociales, así como las compañías que frecuentas y el estilo de vida que llevas.

Durante tus quince minutos a solas con Dios cada mañana, practica alineando tu diálogo interno con lo que Dios dice sobre ti. Al reemplazar las mentiras de la negatividad con la verdad de Dios sobre ti, tu conversación interna será más positiva y más precisa, y eso te ayudará a enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presenten hoy.

Reflexiona

¿Tu diálogo interno tiende a ser más negativo o positivo? ¿Cómo te afecta? ¿Cómo podría mejorar?