Aceptémonos Unos A Otrosគំរូ

Sólo las chicas buenas son bienvenidas Una enfermedad persistente en la iglesia es que las congregaciones se comportan como clubes campestres y no como hospitales de campaña. El espíritu de los fariseos jamás ha desaparecido. Los buenos chicos, es decir, los respetables triunfadores y con dinero, son deseados. Las chicas malas no tanto. Los visitantes silenciosos de su iglesia, que se sientan en la parte de atrás y tratan de no llamar la atención, están ahí no porque sean realmente exitosos y estén buscando una audiencia más amplia que aprecie las hazañas de su vida; es mucho más probable que estén lastimados y quebrantados, que van en busca de perdón, aceptación y esperanza. Ellos saben que necesitan a Dios, y les encantaría estar en una comunidad de amor. La posadera de los exploradores de Josué resultó siendo una chica mala. Rahab era prostituta, pero quería algo mejor para ella y para su familia. Entendió quiénes eran los espías y les dijo: “Sé que Jehová os ha dado esta tierra. . . . Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he tenido misericordia de vosotros, así la tendréis vosotros de la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo cuanto les pertenece, y que libraréis nuestras vidas de la muerte” (Josué 2:9,12,13). Esa chica mala se convirtió en una buena chica, y terminó casándose con un líder de la tribu de Judá llamado Salmón, lo que la convierte en la tátara, tátara abuela del Rey David y un ancestro del Salvador. ¿Son las "Rahabs" bienvenidas en su iglesia?