Viaje al pesebreគំរូ

No cualquier bebé
Un bebé común y corriente no habría sido precedido por cientos de profecías sobre su nacimiento, vida y muerte. Un bebé común y corriente no habría sido concebido de la manera más milagrosa posible.
Un bebé común y corriente no habría ameritado que huestes celestiales anunciaran su nacimiento. Un bebé común y corriente no habría inspirado a pastores a dejar atrás sus rebaños para encontrarlo. Un bebé común y corriente no habría impulsado a los magos del oriente a emprender un viaje para encontrarlo.
Un bebé común y corriente no habría hecho que valiera la pena la larga espera de Simeón, ni habría puesto alabanza en los labios de Ana. Un bebé común y corriente no se habría convertido en el hombre que dio vista al ciego, oído al sordo, libertad al cautivo, vida al muerto y perdón al culpable. Un bebé común y corriente no se habría convertido en el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.
No. Él no era un bebé común y corriente. Era, es y siempre será Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores.
Actividad: Lea la historia de la Navidad en el Evangelio de Lucas (Lc 1.26-2.21).
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En una plácida noche hace unos 2.000 años, ángeles anunciaron el nacimiento del Salvador a un grupo de pastores. Al escuchar la noticia, aquellos pastores lo dejaron todo para buscar a un bebé en un pesebre. Han transcurrido miles de años, y la invitación no ha cambiado. Acompañe al Dr. Stanley a medida que le ayuda a acercarse al Salvador y a descansar en el amor del Padre celestial.
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