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30 Días en Los Salmos

DÍA 6 DE 30

Día 6: Salmo 24

El Salmo 24 es una oración cantada. Es una canción de David que los peregrinos entonaban al entrar en Jerusalén para adorar en el templo. Tiene un estilo de llamado y respuesta, como si un líder de alabanza y su congregación participaran alternadamente en el canto y la oración. El salmo tiene tres partes; las dos primeras entretejen temas familiares que ya hemos visto en el Libro I del salterio.

La primera parte (vv. 1–2) es una declaración exultante del reinado del Dios Creador sobre todo lo que él ha hecho, haciendo eco de los Salmos 8 y 19. Toda la tierra y todos sus habitantes—humanos y no humanos—pertenecen al Señor. Estamos viendo cómo emerge en los Salmos un patrón de oración— alabanza del reino de Dios es un buen lugar para empezar cuando entramos en un tiempo de oración.

La segunda parte (vv. 3–6) hace la misma pregunta que escuchamos en el Salmo 15: ¿Quién puede estar en la presencia del Dios santo? La respuesta (v. 4) hace eco del retrato de los “afortunados” o “bienaventurados” en el Salmo 1: Los que tienen manos limpias y corazones puros, que no levantan su alma a lo que es falso y que no juran engañosamente. Esta es la condición apropiada de los adoradores que se preparan para entrar en la presencia santa del Señor. La postura que conduce a tal condición se describe dos veces en el versículo 6 como “buscar” al Señor. Es el reconocimiento de que tener manos limpias y corazón puro es posible solamente a través de la obra santificadora de Dios mismo. Para los adoradores que buscan esa obra purificadora de Dios en sus vidas, la promesa es que la recibirán: “Él recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.” (v. 5).

Estos dos primeros movimientos—el reconocimiento del reino de Dios y la sumisión a la obra santificadora de Dios—preparan apropiadamente al pueblo que ora para entrar en el templo de Dios. Es interesante que los peregrinos cantantes se detienen delante de las puertas de Jerusalén y claman que las puertas se abran para el “Rey de gloria” (vv. 7–10). Es como si visualizaran al Señor entrando en la ciudad con ellos; no está aislado dentro del templo, sino que habita y está presente en las alabanzas de su pueblo y los acompaña mientras le adoran. Dos veces se pregunta: “¿Quién es este Rey de gloria?” Y dos veces se contesta en la voz de los peregrinos: El Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en batalla (v. 8) y el Señor de los ejércitos (v. 10). Esta escena encuentra su expresión plena en los Evangelios, cuando Jesús el Señor de señores y Rey de reyes entra en Jerusalén rodeado de peregrinos que probablemente cantaban este mismo salmo (Mat. 21; Mar. 11; Luc. 19; Juan 12).

¡Hoy es un buen día para clamar a Dios reconociendo su reino sobre la creación y sobre tu vida, para someterte a su obra santificadora en tu vida y para adorarlo como el Rey de gloria!

Escrituras

Acerca de este Plan

30 Días en Los Salmos

La mayoría de las Escrituras son la palabra de Dios dada a los seres humanos, pero el Libro de los Salmos registra palabras humanas dirigidas a Dios. Estas oraciones y canciones muestran a personas de fe decididas a mantenerse conectadas a Dios sin importar sus circunstancias. La confesión, el lamento, el ruego, la acción de gracias, la alabanza—todos los elementos de nuestra relación con Dios están presentes. Los 150 salmos se dividen en cinco “libros”; durante estos 30 días, vamos a contemplar y orar seis salmos de cada libro. Todos dirigirán nuestra mirada al Dios que nos ama.

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Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: onemissionsociety.org