30 Días en Los SalmosMuestra

Día 24: Salmo 106
El Libro IV del salterio concluye con el Salmo 106, una oración extensa de confesión. No se atribuye a ningún poeta en particular ni tampoco se vincula con algún momento histórico especial (aunque parece situarse en el período concluyente del exilio de Israel en Babilonia). Antes de movernos hacia el gran crescendo de aleluyas al final del Libro V, hay un pare definitivo, una pausa cargada de significado, un tiempo de preparación que requiere la confesión honesta y el arrepentimiento sincero.
Esta oración tiene una estructura interesante: la confesión central (vv. 6–46) se halla dentro de un marco doble. La confesión de pecado es colectiva—el pueblo entero de Dios habla con Dios, incluyéndose a sí mismos (la generación actual) dentro de la larga historia del pueblo de Dios que abarca muchas generaciones. "Hemos pecado, lo mismo que nuestros antepasados; hemos hecho lo malo y actuado con iniquidad.” Repasan la historia de Israel—una historia de infidelidad y rebelión—admitiendo implícitamente que ellos también son (o han sido) culpables de las mismas ofensas.
Esta confesión honesta se halla dentro de dos peticiones. La primera (vv. 4–5) se expresa como una súplica personal para ver y experimentar el rescate de Dios a favor de su pueblo. Plenamente convencido de que Dios mostrará fidelidad a la generación actual tal como hizo con las generaciones del pasado, el salmista grita: “Acuérdate de mí, Señor, cuando muestres tu bondad a tu pueblo; ven en mi ayuda el día de tu salvación, para que yo pueda disfrutar del bienestar de tus escogidos, participar de la alegría de tu pueblo y expresar mis alabanzas con tu heredad.” Después de la confesión y el arrepentimiento, todo el pueblo responde con una petición audaz y confiada (v. 47): "¡Sálvanos,Señor, Dios nuestro! Vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y alabarte sea nuestra gloria".
Tanto la confesión como las peticiones que la enmarcan, se hallan dentro de un marco exterior de alabanza. El fundamento para las acciones de fe en este salmo—confesión, arrepentimiento, oración—tienen sus raíces en el carácter de Dios. Por lo que él es, su pueblo puede confesar el pecado con honestidad y sin temor, puede acercarse a él en arrepentimiento y ser restaurado, y puede pedirle a Dios que actúe de acuerdo a su propia naturaleza revelada. "Den gracias al Señor porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre" empieza el salmo. "¿Quién puede proclamar las proezas del Señor o expresar toda su alabanza? Dichosos los que practican la justicia y hacen siempre lo que es justo.” (vv. 1–3). “¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, eternamente y para siempre!" (v. 48) termina el salmo.
¡Hoy es un buen día para la confesión honesta de pecado ante el Señor, quien encontrará tu arrepentimiento con su amor fiel y perseverante!
Escrituras
Acerca de este Plan

La mayoría de las Escrituras son la palabra de Dios dada a los seres humanos, pero el Libro de los Salmos registra palabras humanas dirigidas a Dios. Estas oraciones y canciones muestran a personas de fe decididas a mantenerse conectadas a Dios sin importar sus circunstancias. La confesión, el lamento, el ruego, la acción de gracias, la alabanza—todos los elementos de nuestra relación con Dios están presentes. Los 150 salmos se dividen en cinco “libros”; durante estos 30 días, vamos a contemplar y orar seis salmos de cada libro. Todos dirigirán nuestra mirada al Dios que nos ama.
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Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: onemissionsociety.org