30 Días en Los SalmosMuestra

Día 23: Salmo 103

En el Salmo 103 oímos de nuevo la voz de David levantada en oración. Este hermoso salmo está enmarcado por “el diálogo interno” de David, llamando a su “alma” (o sea, su ser entero) a bendecir al Señor. “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.” (vv. 1, 22, RV). Este impulso de bendecir al Señor (honrarlo y alabarlo) fluye de la experiencia de David de los “beneficios” (v. 2) de estar en una relación correcta con el Rey y Creador. Él ha experimentado el perdón de pecados, la sanidad física, el rescate, una porción abundante de misericordia fiel y amor, una abundancia de bondad que lo satisface y un vigor renovado (vv. 3–5).

David sabe que su experiencia de estas buenas dádivas no es por dignidad alguna que se halla en él, sino completamente por quién Dios es. David bendice a Dios alabando su carácter (vv. 6–18). Este es el Dios que hace justicia para todos los oprimidos, tal como lo hizo para Israel en el éxodo. Él es misericordioso y lleno de gracia, lento para la ira y abundante en amor fiel—una de las declaraciones centrales sobre Dios en el Antiguo Testamento. Su misericordia, gracia, paciencia y amor se demuestran en su trato con sus hijos: “No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras iniquidades” (v. 10, NVI). Su compasión para con su pueblo es como la de un buen padre hacia sus hijos. Está consciente de la fragilidad de los seres humanos y de su falibilidad pecaminosa, pero responde a estas debilidades con el perdón y la gracia cuando su pueblo se apega a él y a su pacto.

David concluye recordando la verdad que se levantaba repetidamente en los salmos Adonai malak—¡el Señor reina! David proclama: El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos (v. 19). Por eso David alista las voces de “todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio” a que se unan con él en bendecir al Señor (v. 22).

¡Hoy es un buen día para bendecir al Señor y recordar todos sus beneficios!