Sin Filtros: Viviendo Como Verdaderos Hijos De DiosMuestra

Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla donde las personas se insultan, se maldicen y se atacan sin ningún tipo de consecuencias, y por lo tanto, sin ningún pudor. Es tan sencillo dejar un comentario hiriente sobre otro, y tan distante, que la empatía para la que estamos programados no se conecta como debería, porque fuimos creados para las relaciones personales, no virtuales.

Al sustituir el contacto en persona por el contacto digital, hemos levantado un muro de frialdad que evita que podamos sentir compasión, empatía o calidez hacia el otro. Esto implica que tratamos a las personas a través de la pantalla como objetos, como productos, como avatares en nuestra sociedad digital.

Como cristianos, necesitamos con urgencia frenar esto, y marcar cierta distancia con esta frialdad a la hora de relacionarnos. Necesitamos recuperar la calidez y cuidar mucho nuestra mente, alma y espíritu para ser responsables al otro lado de la pantalla.

Juan insiste, una vez más, en la relevancia del mandamiento que Jesús enseñó: el amor al prójimo. Esto mismo tuvo que ser una insistencia de Pablo, sin amor, nada soy. Y las constantes disputas en la iglesia primitiva solo son un ejemplo de lo complejas que son las relaciones humanas, la convivencia, el trato con personas distintas a nosotros, con gustos e ideas distintas, con personalidades diferentes y que deben aprender a amarse en un mundo donde el odio se disfraza de libertad para opinar. Pero amar a los demás, y hacerlo como Jesús lo hizo, no es una opción, sino un mandamiento. ¿Cuán obedientes estamos siendo? ¿Cómo conocerá este mundo el amor de Dios si no es a través del amor que nos mostramos? ¿Estamos dispuestos a amar a cualquier precio?