Sin Filtros: Viviendo Como Verdaderos Hijos De DiosMuestra

Cuando empezaron las redes sociales, los filtros eran una especie de juego inocente, donde servían para decorar una foto con un marco, unas flores, o unas orejitas de perro o gato. Conforme se ha ido desarrollando esa tecnología, hemos llegado a un punto donde los filtros son usados para modificar la apariencia física de las personas, como si de una operación estética se tratara: corrección de brillo, arrugas, nariz, labios, color de ojos, hasta llegar al punto de no reconocer a la persona detrás del filtro.

Los ideales de belleza hoy son copias unos de otros, mismas pestañas, mismos labios inyectados, mismos pómulos marcados, no hay realidad, no hay imperfección, no hay lugar para la naturalidad. Y el problema es, que con este tipo de prácticas, nos engañamos a nosotros mismos. Puede que cambiemos nuestra apariencia externa, pero seguimos siendo la misma persona: mismas inseguridades, mismos miedos, mismos anhelos.

Además, por muchos tratamientos o filtros que usemos, hay algo contra lo que no podemos luchar eternamente: la naturaleza. El paso del tiempo no depende de nuestra voluntad, y en algún momento vamos a tener que parar. ¿Y qué pasará entonces? ¿Qué ocurrirá cuando no podamos seguir modificando quiénes somos en realidad?

En nuestra vida espiritual ocurre lo mismo. Dios es luz, y por mucho que digamos que somos hijos de Dios, cristianos, que le amamos, tarde o temprano, se hará evidente. La Biblia nos enseña esto con mucha claridad, y dice que si decimos ser una cosa, y no lo somos, al final se sabrá que somos mentirosos. Y si negamos lo que somos, solo nos engañamos a nosotros mismos.

Podemos fingir ser hijos de Dios, pero si no caminamos en obediencia a la Palabra, con el tiempo se revelará la verdad, y quedaremos avergonzados. Así que mejor ser honestos y acercarnos a Él para ser genuinamente transformados.