InfluenciaMuestra

Día 1: TRASCENDENCIA

Jesús no fue un hombre ordinario. Desde su nacimiento hasta su resurrección, su vida estuvo completamente guiada por el propósito del Padre. Cada acción, cada palabra, cada milagro reflejaba el deseo de obedecer y glorificar a Dios. Vivir con propósito significa vivir con intención. La influencia real nace de una visión clara de lo que Dios ha puesto delante de nosotros. No se trata de buscar fama o reconocimiento, sino de impactar corazones para la eternidad.

Cuando reconocemos que somos parte de un plan mayor, nuestras decisiones diarias cambian. Ya no se trata de sobrevivir o cumplir metas personales, sino de cumplir el llamado del cielo. Una vida con propósito no siempre es cómoda, pero siempre es significativa. El ejemplo de Jesús nos reta a alinear nuestra voluntad con la del Padre.

Muchos buscan influencia en redes sociales, en posiciones laborales o en reconocimiento social. Pero la verdadera influencia comienza en lo invisible: en la obediencia diaria, en la humildad de servir, en el amor constante. No necesitamos una plataforma para influir; necesitamos corazones rendidos. Cada encuentro que tuvo Jesús dejó una marca. A veces hablaba a multitudes, otras veces a una sola persona. Pero siempre, su propósito era claro.

Dios también nos llama a vivir con ese enfoque. Cuando descubrimos el propósito que Él tiene para nosotros, empezamos a influir no desde el esfuerzo humano, sino desde la gracia que fluye a través de nosotros. Nuestro mayor impacto no será el que planificamos, sino el que Dios produce cuando le seguimos de cerca. Una vida con propósito requiere perseverancia. Implica rechazar caminos fáciles y optar por la obediencia, incluso cuando cuesta. Jesús mismo enfrentó la cruz con ese enfoque. Su vida no fue gobernada por conveniencia, sino por misión.

Cuando entendemos esto, todo cobra sentido. Nuestros dones, recursos y tiempo no nos pertenecen, sino que son herramientas para llevar a cabo el plan de Dios. Alguien que vive con propósito deja una huella imborrable, no porque sea perfecto, sino porque camina en dependencia del Espíritu.

Aplicación práctica: Pregúntate: ¿Estoy viviendo cada día con el propósito de reflejar a Cristo? Busca hoy una oportunidad concreta para influir desde la obediencia.