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Día 5: AUTORIDAD

Jesús enseñaba como quien tiene autoridad, no como los maestros de la ley. Su autoridad no era impuesta ni heredada; era reconocida por la forma en que vivía, hablaba y actuaba. Esta autoridad provenía de su íntima relación con el Padre, de su obediencia constante y de su identidad clara. La autoridad espiritual no es autoritarismo. Es coherencia entre lo que se cree, se dice y se hace.

El mundo admira a los que dominan, pero el Reino admira a los que sirven con poder. La autoridad de Jesús se expresaba en compasión, en verdad y en poder para transformar. Él reprendía tormentas, sanaba enfermos y perdonaba pecados. Y aún así, nunca utilizó esa autoridad para su beneficio, sino para cumplir el plan de redención. Esa es la autoridad que transforma vidas.

Como discípulos, también somos llamados a caminar en autoridad. No por mérito propio, sino por la obra de Cristo en nosotros. Pero esa autoridad se valida en la integridad del carácter. No se trata de gritar más fuerte o imponer nuestras ideas, sino de vivir tan cerca de Dios que su presencia respalde nuestras palabras.

La autoridad espiritual es evidente cuando nuestras acciones llevan fruto, cuando nuestras decisiones inspiran obediencia a Dios, cuando nuestras palabras edifican y confrontan con amor. Para influir como Jesús, debemos asumir nuestra autoridad espiritual con humildad, no con orgullo. La autoridad no es un fin, sino una herramienta para llevar luz, libertad y dirección.

Jesús delegó esa autoridad a sus discípulos, y hoy nos toca a nosotros caminar en esa misma confianza. Pero recordando siempre que sin comunión con el Padre, la autoridad se convierte en rutina vacía. No es nuestra fuerza la que cambia vidas, sino el poder del Espíritu operando a través de nosotros.

Aplicación práctica: Ora hoy pidiendo que Dios te afirme en tu identidad y te enseñe a usar con humildad la autoridad que Él te ha dado.