Adelante Con La MisiónMuestra

Juntos en la misión (art.6-9)

Lectura bíblica: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo" (Jn.17:18).

En la misión el papel de la Iglesia es central. Dios ha escogido llevar a cabo su misión a través de la misión de la Iglesia.

No hay verdadera evangelización sin integridad cristiana (Art. 6). Si no existe integridad cristiana, es decir, armonía entre lo que uno dice y hace, la predicación y la acción, la proclamación y el servicio, entonces la iglesia es una piedra de tropiezo para la evangelización. El Evangelio de Cristo salva la vida entera, quebranta los ídolos del alma, de la política y de la economía, transforma el corazón, la mente, las manos, y la cultura, y nos invita a llegar a nuestra generación, anunciando que solo en Cristo hay salvación y victoria sobre el pecado y la muerte. La integridad significa también que la fidelidad al Dios de toda la Escritura, y solo la Escritura, es la luz que debe guiar nuestra evangelización.

La evangelización es imposible sin la unidad del cuerpo de Cristoy sin acciones de colaboración (Arts. 7-8). La primera no depende de nosotros: es Cristo quien la consiguió y la mantiene en el Espíritu. Es distinto de cualquier fraternidad humana, por ser fundada sobre el sacrificio de Cristo y la verdad de su Palabra. Se nos ha dado la unidad ya, y hay que manifestarla de una manera concreta, de forma que el mandato que nos ha sido confiado sea efectivo en alcanzar “hasta lo último de la tierra”, no solo en el sentido geográfico, sino también en el sentido social y cultural. La unidad es imprescindible, además, para que la evangelización sea sostenible, al ser realizada compartiendo dones espirituales y recursos que el Padre nos ha dado.

La evangelización es urgente y el campo misionero es inmenso (Art. 9).Cuando representantes del mundo evangélico se reunieron en Lausana en 1974, estaban en proceso, en todo el mundo, unos cambios radicales, históricos y sociales. No todo estaba definido y las trayectorias de la historia y de las naciones no eran predecibles en general, pero una cosa era segura y urgente: la evangelización del mundo. Hoy en día nos encontramos, de nuevo, en un punto de inflexión en la historia de la humanidad: la crisis del medio ambiente está en su punto álgido; el cambio climático está dando lugar a un número cada vez mayor de eventos catastróficos; nuevas pandemias se están extendiendo globalmente; conflictos políticos y culturales se están multiplicando y están llegando a las puertas de Europa. El número de refugiados en todo el planeta ha alcanzado cifras asombrosas; nuevas tecnologías se imponen con desafíos éticos totalmente nuevos; la comunicación y la información han perdido la credibilidad, y la brecha generacional parece haberse convertido en un abismo. 50 años más tarde, ante un escenario similar, no hay consigna más urgente e imperative que esta, a la que dedicarnos juntos: evangelizar. Nuestra misión no solo es urgente, el campo misionero es inmenso, porque no hay ni un centímetro del universe sobre el cual Cristo no pueda reclamar su señorío. Hemos de llevar el evangelio hasta lo último de la tierra y a todos los sectores de la vida.

Acción de gracias

Adoramos al Padre que envió al Hijo al mundo para la salvación de todos los pueblos. Adoramos al Hijo que envía a cada uno de los suyos para anunciar la buena nueva del Evangelio. Adoramos al Espíritu Santo que, por Su poder, nos envía al mundo entero.

Confesión

Pedimos perdón por nuestras vidas, y las de nuestras iglesias, que han sido, muchas veces, piedras de tropiezo para la evangelización.

Pedimos perdón por los escándalos, por las concesiones que hacemos, y por no habernos portado de una manera “digna del Evangelio”.

Pedimos perdón por olvidar nuestra vocación de ser un pueblo santo, una comunidad radicalmente diferente.

Peticiones

Oremos al Padre en el nombre del Hijo porque llene esta generación con el Espíritu Santo, rebosante de celo por la proclamación de su Palabra, abundando en el conocimiento de Él, en discernimiento y justicia para comprender y estar presente en el mundo.

Pedimos que el Señor nos guarde en unidad y amor en el sacrificio de Cristo, para que el mundo crea que nos has enviado.

Pedimos que el Espíritu nos dé sabiduría e inteligencia para colaborar a nivel local y también global para la evangelización de nuestras ciudades y de todo el mundo.

(Lucia Stelluti, vicepresidenta de la Alianza Evangélica Italiana)