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Jesucristo, el único (art.3)

Lectura bíblica: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12).

Sea cual sea nuestro punto de vista, vivimos en un mundo marcado por la religión. El Pacto de Lausana afirma que todo el mundo tiene “conocimiento de Dios de alguna clase”, y el Apóstol Pedro, en la lectura bíblica, habla de “salvación”. Por lo tanto, es falso imaginar que el hombre es ajeno a Dios. Más bien, tiene cierto conocimiento de Dios que, en vez de traducirse en adoración, es ahogado. Nos engañamos pensando que podemos apañarnos solos. Pero queda la pregunta, con todo su peso: ¿Cómo se puede ser salvo?

Trágicamente perdidos. Sea cual sea la forma de rescate que tenemos en mente, somos personas perdidas. La perdición significa estar bajo la justa ira del Dios revelado, impotente para encontrar una solución. Entre los que hemos quebrantado el pacto y Dios, hay un abismo insalvable para el hombre. Cualquier arreglo que se os ocurra resulta insuficiente. Una sima permanece entre los esfuerzos humanos y la salvación. Necesitamos una verdadera solución. Hace falta una relación totalmente diferente entre Dios y el hombre, que le quite la ilusión de poder valerse de sus supuestas capacidades. Los perdidos necesitan un Salvador. Los apaños humanos no consiguen nada. Jesucristo es único. Aun si la tendencia general es a doblar la rodilla delante de todos los demás, y permanecer en pie delante del Único, el drama de la perdición humana no mengua.

Una solución única. En el primer siglo de la Iglesia, varias formas de sincretismo contradecían el exclusivismo del Evangelio. Pero la Iglesia seguía proclamando que “no hay salvación en ningún otro”, incluso en contextos culturales fundados sobre criterios muy diferentes. Puede que algunas de las maneras de proclamar el evangelio hayan cambiado, pero esta diversidad converge en un solo contenido y un solo Salvador (“un Salvador y un Evangelio”). También hoy en día parece ser necesario ser inclusivo. Cuanto más inclusivo, más moderno se es. De hecho, algunos piensan que no hace falta ser salvo. Da igual lo diferente que puedas ser, la cuestión del pecado permanece (“Todos los hombres y todas las mujeres perecen por el pecado”). Todos hemos rechazado el conocimiento de Dios al desoír la verdad. Gracias a Dios por proveer un único y suficiente Salvador. Por lo cual, quiero postrarme delante de él ahora mismo, antes de que llegue el día en que todos, sin excepción, tendrán que hacerlo. Hoy es un día de gozo; aquel día será de amargura.

Acción de gracias

Agradecemos a Dios el hecho de que la revelación bíblica no oculta las angustias más profundas de la existencia humana, y no nos engaña con nociones de importancia personal.

Agradecemos a Dios el hecho de que la revelación bíblica señala la necesidad de una verdadera salvación y no se conforma con rescates parciales.

Agradecemos a Dios el hecho de que la revelación bíblica anuncia un Salvador plenamente suficiente, y no rebaja la salvación con falsedades.

Confesión

Nos humillamos porque no siempre reconocemos de la gravedad de la perdición del hombre ante ti.

Nos arrepentimos porque no siempre vemos la tragedia de los que viven ajenos a tu Pacto.

Pedimos perdón porque no siempre nos atrevemos a tomar una postura inequívoca a favor del único Salvador, Jesucristo.

Peticiones

En tu Iglesia, crea una conciencia mayor de la perdición de los que están ajenos al Pacto, y una pasión auténtica por la proclamación del Evangelio.

Prepara a personas para que sepan proclamar el Evangelio de una manera culturalmente relevante, a través de los canales disponibles.

Haz que otros reconozcan que, entre Dios y el hombre, el único mediador es el Señor Jesús.

(Pietro Bolognesi, Istituto di Formazione Evangelica e Documentazione)