Una guía de oración de 7 díasMuestra

Ven desordenado.

Cuando fallamos debido al pecado, y eso va a suceder, la confesión nos devuelve al campo. - Lou Holtz

Queremos desesperadamente venir a Dios cuando sentimos que lo tenemos todo bajo control. Pero Dios quiere que acudamos a Él en medio de nuestra turbulencia. No tenemos que limpiar nuestras acciones para impresionarlo.

Sin embargo, necesitamos hablar con Él sobre la condición de nuestro corazón. Parte de la oración es confesar las cosas malas que hemos dicho, hecho y, sí, incluso pensado. C.S. Lewis dice que la confesión es como el umbral de la oración. Es decir, lo hacemos nosotros primero.

La confesión es difícil para nosotros porque no queremos admitir nuestros defectos. Noticia de última hora: Él ya lo sabe. Él conoce las cosas que tratamos de ocultarle. ¿Eso que hicimos hace años y que juramos que nos llevaremos a la tumba? Él sabe. ¿Y adivina qué? Él nos ama de todos modos.

Aunque Él lo sabe, todavía necesitamos confesar nuestros pecados. En realidad, es algo que la mayoría de nosotros no queremos hacer o no consideramos necesario. Y ciertamente no queremos llamarnos pecadores. Eso significaría que estamos llenos de pecado. Otra noticia de última hora: somos pecadores. Pero la Biblia es muy clara en que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. ¿De cuánto seremos limpios? Todo.

Cuando confesamos nuestros pecados, tomamos la decisión de arrepentirnos. Eso significa que damos un “cambio de actitud” y literalmente nos volvemos en dirección opuesta al pecado que acabamos de confesar. Confesar nuestro pecado y caminar en arrepentimiento podría incluir esta sencilla oración. “Dios, por favor perdóname por chismorrear sobre Beth hoy. Elegiré hablar palabras que no derriben a otras personas de ahora en adelante”.

Pero hay ocasiones en las que acudimos a Él y tenemos mucho más que confesar. Puede que sean años de discrepancias morales que nos pesen. Algunas cosas no las recordamos específicamente. Si ese es el caso, nuestra oración podría ser: “Dios, sé que he pecado mucho y no lo recuerdo todo. ¿Podrías perdonarme en lo que me equivoqué?” ¿Y adivina qué? La Biblia nos dice que Él no se acordará más de nuestros pecados y que serán quitados de nosotros tan lejos como está el oriente del occidente.

Podemos pensar que no tenemos esperanza y que nuestras circunstancias son impotentes. ¿Adivina qué? La desesperanza y la impotencia son la especialidad de Dios. Sólo necesitamos llevarle nuestras vidas desordenadas.

Reflexionar

• Pídele a Dios que te recuerde cualquier cosa que necesites confesar y luego simplemente hazlo.
• Si hay un problema que te sigue haciendo tropezar, ¿qué necesitas ajustar, eliminar?, o agregar para ayudarte a tomar la dirección opuesta?
• Escribe cualquier revelación que Dios te hable a través de la lectura bíblica o el devocional de hoy.