Esperanza en la oscuridadMuestra

Esperanza

Una esperanza viva nos permite tener tanto tristeza como alegría. Nuestra esperanza viva es una herencia lograda para nosotros por Cristo.

—Tim Keller

El libro de Habacuc concluye con su oración: “El Señor Soberano es mi fortaleza; Él hace mis pies como de cierva, me hace caminar sobre las alturas” (Habacuc 3:19 NVI).

Cuando se considera lo que este profeta sabía que ya estaba enfrentando, su pura esperanza es asombrosa. “Aunque la higuera no florece y no hay animales en el granero, el Señor está en su santo templo. Aunque las cosas vayan a empeorar antes de mejorar, toda la tierra esté quieta delante de él. Los justos vivirán por la fe. La palabra de Dios será verdad. Encontraré mi fuerza y mi esperanza en el Señor mi Dios, y él me llevará a nuevas alturas”.

Habacuc luchó con preguntas, abrazó la realidad, confió de todos modos y encontró su esperanza en Dios. Si no quitas nada más de este Plan Bíblico, espero que recuerdes lo que significa el nombre de Habacuc: luchar. Y abrazar.

Ambos al mismo tiempo.

Recuerdo cuando mi hija menor, Joy, tenía apenas cuatro años y jugaba en la tirolesa del patio trasero de un amigo. Como era demasiado pequeña para evitar golpear el árbol al final de la línea, se estrelló la cara contra el grueso tronco. Todavía recuerdo haber escuchado ese crack! Ella cayó al suelo, ensangrentada e inconsciente.

En pánico, encontré pulso, aunque no tan fuerte como me hubiera gustado. La llevamos rápidamente a urgencias y los médicos comenzaron a realizarle pruebas. Una vez que recuperó el conocimiento, intentaron coserle el corte en la parte inferior de la barbilla. Pero Joy no estaba de acuerdo.

Tuve que inmovilizarla.

Yo estaba acostado encima de ella, sosteniendo su cuerpo y su cabeza quietos mientras el médico vendaba cuidadosamente sus cortes y los cosía. Ella sollozaba: “Papá, ¿qué está pasando? Por favor déjalo ir. Haz que se detengan. Quiero jugar. Por favor. Sólo quiero jugar. Por favor, no dejes que me lastimen”. Pero sabía que si quería sanar adecuadamente, tenía que pasar por esto.

A veces Dios se mantiene así, sabiendo lo que será necesario para que sanemos adecuadamente.

Luchamos y nos abrazamos. Los dos al mismo tiempo.

Sin embargo, en sus brazos hay esperanza.

Ora: Dios, gracias por sostenerme. Gracias por curarme. Gracias por la esperanza.