Esperanza en la oscuridadMuestra

¿Dónde estás, Dios?

Los seres humanos no admiten fácilmente la desesperación. Cuando lo hagan, el reino de los cielos se acercará.

—Philip Yancey

A lo largo de nuestra vida, todos llegamos a puntos en los que nos encontramos luchando con preguntas espirituales. Una vez conocí a un hombre cuya esposa durante dieciocho años fue asesinada por un conductor ebrio. Algún tiempo después de que sucedió, estaba hablando con él cuando estalló: “¡Un buen Dios no permitiría que un idiota borracho matara a mi esposa y dejara vivir al idiota! Ya ni siquiera estoy seguro de que Dios exista. Y si lo hace, bueno, entonces no quiero tener nada que ver con el tipo de Dios que permitiría que algo así sucediera”.

No he experimentado la pérdida de este hombre. Pero lo siento por él de todos modos. Es más, pude ver que debajo de su dolor, quería confiar en Dios. Es que en ese momento no podía conciliar el dolor que sentía con la imagen de Dios en la que quería creer.

Escribí este libro y Plan Bíblico para las muchas personas que luchan por creer que Dios se preocupa por ellos, especialmente cuando se encuentran en medio de una crisis. Cuando caminas a tropezones por un valle, es difícil ver la luz. Quieres creer, pero te resulta difícil reconciliar el mensaje lleno de esperanza de la fe cristiana con lo que ves a tu alrededor.

Hace más de 2.600 años, Habacuc planteó muchas de las mismas preguntas que la gente de todo el mundo todavía se hace hoy. Y en su gracia, Dios alivió parte de la angustia de Habacuc, aun cuando dejó otras preguntas sin respuesta. Pero más allá de sus dudas, Habacuc se convirtió en una persona con una fe más rica, una fe que tal vez no se habría desarrollado tan plenamente si no hubiera luchado contra sus dudas. Leeremos su historia durante los próximos días.

Piénsalo. Si entendieras todo completa y plenamente, no necesitarías fe, ¿verdad? Pero sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). ¿Por qué? Porque la fe y la confianza deben surgir del amor, no de una relación comercial, una transacción o alguna situación en la que no tenemos otra opción.

¿Estás dispuesto a hacer preguntas honestas? ¿Luchar?

Y lo que es más importante, ¿estás dispuesto a escuchar la respuesta de Dios?

Ora: Estoy listo para luchar con mis dudas y preguntas. Estoy listo para escuchar lo que tienes que decirme, Dios. Amén.

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