Ayudar sin herir: La Biblia y los pobresMuestra

No hay gente pequeña

Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte. (1 Cor. 1:27)

Sorpresa. Edi es una viuda de Togo, África Occidental, que posee un negocio de peluquería. Al ver su vida, sería tentador notar sólo las circunstancias difíciles que ha pasado. Pero tan pronto abre la boca, te das cuenta de que Edi no está desesperada. Ha creado un ministerio de pequeños grupos con más de cien mujeres jóvenes en su comunidad donde oran, estudian las Escrituras y ahorran su dinero. Estas jóvenes son extremadamente susceptibles al tráfico de personas por su vulnerabilidad social y económica. Pero eso está cambiando gracias al trabajo de Edi. Las mujeres están aprendiendo a mantenerse por sí mismas y Edi ha guiado a casi todas a Cristo.

Paradoja. En No Little People el difunto autor Francis Schaeffer llama nuestra atención sobre la paradoja de nuestro lugar en el mundo: “Las Escrituras enseñan que mucho puede surgir de poco si lo poco está verdaderamente consagrado a Dios. No hay gente pequeña ni gente grande en el verdadero sentido espiritual, sino sólo gente consagrada y no consagrada… Aquellos que se consideran personas pequeñas en lugares pequeños, si están comprometidos con Cristo y viven bajo su señorío toda la vida, pueden, por la gracia de Dios, cambiar el curso de nuestra generación”. Dios toma lo débil y lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, “incluso lo que no es, para deshacer lo que es…” (1 Corintios 1:28). Esta forma de trabajar al revés es el antídoto contra la vanagloria humana.

Gloria. Dios está obrando a través de los pobres como Edi. El punto es simplemente que, para su propia gloria, Dios ha elegido revelar su reino en lugares donde el mundo, lleno de orgullo, menos lo esperaría: entre aquellos que el mundo llama tontos, débiles, humildes y despreciados. Y aunque no todos experimentamos pobreza material, todos dependemos de la obra redentora de Cristo. Él está obrando en cada una de nuestras vidas, glorificándose a sí mismo a través de nuestra debilidad.

Padre, nosotros somos débiles, pero Tú eres fuerte. Al ver las necesidades que nos rodean, anima nuestros corazones y muéstranos lo que tenemos para ofrecer, y muéstranos los dones que has dado a los pobres. Utiliza nuestras ofrendas de dinero, tiempo y habilidades para tus fines y para tu gloria.