Cuando Todo Parece PerdidoSample

NO ESTÁS SOLO EN ESTO

Hay momentos en la vida donde todo parece derrumbarse. Quizás estás enfrentando una pérdida, una crisis financiera, una enfermedad o simplemente sientes que el peso del mundo está sobre tus hombros. En esos momentos, la pregunta más dolorosa no es "¿qué hago?", o tal vez "¿hay alguien que realmente entienda lo que estoy viviendo?"

El autor del Salmo 42 conocía esa sensación. Sus palabras revelan una lucha interna profunda cuando dice: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?" (Salmo 42:5, RVR1960). No estaba fingiendo fortaleza ni ocultando su dolor. Estaba siendo completamente honesto consigo mismo y con Dios.

Aquí hay algo transformador: la esperanza verdadera no comienza negando el dolor, sino reconociéndolo. No se trata de repetir frases motivacionales vacías o fingir que todo está bien cuando claramente no lo está. Se trata de mirar la realidad de frente y, aun así, decidir no quedarse atrapado en ella.

El salmista hace algo extraordinario en medio de su angustia: se habla a sí mismo. No espera que alguien más lo anime; él mismo recuerda y se repite una verdad fundamental. "Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío" (Salmo 42:5, RVR1960).

¿Notas la progresión? Primero reconoce su estado emocional, luego se recuerda a sí mismo que hay algo (mejor dicho, Alguien) más grande que sus circunstancias. No niega lo que siente, pero tampoco permite que sus sentimientos tengan la última palabra.

Miles de años después, el apóstol Pablo escribiría algo similar: "Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:13, RVR1960). Pablo no prometió ausencia de problemas, sino una fuente de esperanza que trasciende las circunstancias.

La esperanza que necesitas no es un optimismo ingenuo que ignora la realidad. Es una confianza profunda en que tu historia no termina en este difícil capítulo. Es saber que no estás navegando esta tormenta solo y que hay una fuerza mayor trabajando incluso cuando no puedes verla.

Hoy, quiero que sepas algo: está bien no estar bien. Está bien admitir que estás luchando. Pero también quiero recordarte que tu dolor presente no define tu futuro. Millones de personas han estado exactamente donde tú estás ahora y han descubierto que hay una esperanza real, sólida y transformadora disponible para ti.

¿Qué situación específica te hace sentir que todo está perdido? Escríbela. Así, como el salmista, háblate a ti mismo de Dios: ¿qué verdad necesitas recordar hoy?

Dios, hoy reconozco que estoy luchando. No voy a fingir fortaleza que no tengo. Pero también decido creer que Tú eres más grande que esta situación. Ayúdame a ver más allá de mi dolor presente. Dame la esperanza que necesito para dar el siguiente paso. Amén.