Clamando con todo el corazón

“Podría ser que no haya una bella elocuencia en tales oraciones, ninguna expresión duradera, ni profundidad en la doctrina, ni certeza en la dicción; pero si todo el corazón está en ellas, hallarán su camino hacia el corazón de Dios.” (Spurgeon)

La Palabra de Dios nos enseña a clamar a Él en todo momento, cuando necesitamos ser fortalecidas, afirmadas, amadas y guiadas. El Salmista clamó apasionadamente a Dios por sabiduría, fuerza y habilidad para obedecerle, y esta es la oración que agrada al Señor. Le buscaba de madrugada, en las vigilias de la noche, mostrando que su dependencia estaba en Dios y en Su Palabra; oraba conforme a la verdad que había aprendido de ella.

Oremos también nosotros, pidiendo que el Señor perdone nuestros pecados con justicia, gracias al sacrificio de Jesús. Por Su misericordia y gracia, Dios nos ha justificado, y podemos pedirle: “Vivifícanos conforme a tu misericordia”, confiando en que Su Palabra nos sostendrá y nos guiará cada día.