Mi Tesoro Está en El Cielo: Duelo Por La Ausencia en Compañía De DiosSample

Día 6. El cielo me da Paz, “Mi tesoro está en el cielo”

Buscar a Dios nos permite tener mentalidad de Reino, es por eso que nuestro Señor Jesús nos instruye a buscar primeramente el Reino de Dios y Su justicia, lo demás será añadido (Mateo 6).

La ausencia de nuestro ser amado nos traslada diariamente al cielo y es de gran bendición saber cómo es el lugar que nuestro Señor preparó para nuestro descanso.

En el cielo un día es como mil años y mil años como un día (2 Pedro 3:8); esto nos da paz, porque, aunque para nosotros son días o años sin nuestro ser amado, para ellos puede ser apenas un día.

Vemos que en el cielo hay Santidad, la palabra de Dios nos explica que sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14), podemos estar tranquilos, nuestros seres amados están descansando en un lugar indescriptible, donde la paz de Dios gobierna y resplandece en cada alma.

Nuestro tesoro en el cielo, lo sembramos en la tierra y la presencia eterna de Dios es nuestro mayor galardón. Mantengamos los pies en la tierra y la mirada en el cielo, nos espera una eternidad con Dios y con quienes le aman.

Nuestro ser amado volvió a casa, porque ni la muerte lo separó del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor, retomó su ciudadanía celestial (Filipenses 3:20) y está disfrutando la paz eterna de Dios (Apocalipsis 21:4), definitivamente, “Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles” (Salmo 116:15).

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. (Colosenses 3:1-4 RVR1960).

Oración:

Amado Dios, ayúdame a conocer cada día más el cielo, a entender que mi ser amado ya forma parte de él y visibilizarlo gozoso en tu presencia. Gracias Señor, por la paz que me das, sé que no estoy solo, tú nunca me abandonas. ¡Bendito Eres!

Lectura: Mateo 6