Más Que Palabras: GraciaSample

Gracia intelectual

Todos conocemos la gracia de Dios. Hemos leído sobre ella, la hemos estudiado, y en momentos de necesidad, nos hemos aferrado a la verdad de que fuimos perdonados cuando no lo merecíamos. Nos encanta hablar de la gracia, la celebramos en la iglesia y cantamos sobre ella. La hemos saboreado como un regalo exquisito que Dios nos dio. Pero, ¿qué pasa cuando esa misma gracia nos pide que sirvamos a otros?

Es ahí donde la teoría y la realidad chocan. A lo mejor sabemos que debemos perdonar a quienes nos hirieron, pero nuestro corazón se niega. Conocemos el mandamiento de amar a nuestro enemigo, pero preferimos mantener la distancia. Es la diferencia entre saber que hay comida en la mesa y compartirla con el que tiene hambre. No es que no conozcamos la gracia, es que la hemos reservado solo para nuestro propio consumo.

Jesús contó una historia sobre este problema en Mateo 18. Un siervo fue perdonado de una deuda impagable, pero al salir, se encontró con un compañero que le debía una miseria y lo trató con dureza. El siervo sabía que había recibido un perdón inmenso, pero ese conocimiento no se tradujo en una acción. No fue capaz de ofrecer la misma gracia que había recibido.

Piensa en esa herida que guardas, en esa ofensa que no has perdonado. La gracia no es solo una verdad para ser guardada en nuestra mente; es una fuerza que nos libera de esa carga para que podamos liberar a otros. No podemos quedarnos con el banquete de la gracia de Dios mientras otros están recibiendo migajas.

Oremos: Señor, que la gracia que recibimos no se quede solo en nuestra mente. Ayúdanos a vivirla de verdad, a ser valientes para perdonar y amar como tú lo haces. En el Nombre de Jesús, amén.