Vivir Una Vida Que Importa

Día 1: Tesoros en la Tierra

A veces, la vida puede parecer una competencia. Sentimos la necesidad de obtener las mejores calificaciones, entrar a la mejor universidad, encontrar el mejor trabajo, comprar la casa más grande y casarnos con la pareja más envidiable. No importa cuántas metas alcancemos, siempre hay una más esperándonos en el horizonte.

Muchas cosas pueden impulsar este instinto de competencia, como el miedo a quedarse atrás, la idea de que los demás te vean como "menos que" o la esperanza de que llenar tu vida de elogios te distraiga del verdadero dolor. Pero, en realidad, ¿adónde nos lleva este esfuerzo continuo? En lugar de llenarnos, nuestra búsqueda de logros a menudo nos deja estresados. Y frustrados. Y cansados. Y solos.

Y cuando todo esté dicho y hecho, ¿qué pasa con las cosas por las que hemos pasado nuestra vida persiguiendo?

Lo mismo que ocurre con los tesoros al final de las vidas. No podemos llevárnoslos.

La Biblia reconoció esta dura verdad. En el Evangelio de Mateo, Jesús confrontó a la gente de su tiempo que daba generosamente, ayunaba y oraba, no por amor a Dios ni al prójimo, sino para hacerse un nombre. Les dijo a sus seguidores: “No acumulen para sí tesoros en la tierra”. Estos “tesoros” son logros y reconocimientos: los trabajos, las casas, las relaciones y los juguetes que se supone nos hacen felices.

Y seamos sinceros: a veces, estas cosas nos hacen felices, aunque sea temporalmente. ¿A quién no le gusta la sensación de un ascenso laboral, de estrenar una casa o de enamorarse?

Pero ninguna de estas cosas nos proporcionará una felicidad permanente e inquebrantable.

No solo eso, sino que todo lo que tanto nos esforzamos por lograr es tan vulnerable al desgaste del tiempo como nosotros. Nos pasamos la vida persiguiendo metas, a menudo sacrificando cosas que nunca podremos recuperar, solo para quedar insatisfechos o, peor aún, incompletos.

Entonces, ¿en qué depositamos nuestra esperanza? ¿Existe un tesoro perdurable que nos brinde una sensación más duradera de alegría y satisfacción? Y, de ser así, ¿cómo lo encontramos?

Al reflexionar sobre el día de hoy, considera las siguientes preguntas:

Reflexión: Piensa en una ocasión en la que lograste algo por lo que llevabas mucho tiempo trabajando. ¿Cuánto duró la felicidad que sentiste por ese logro? ¿Cuánto tiempo pasó antes de que empezaras a trabajar por un nuevo logro? ¿Qué otros tesoros terrenales anhelas?

Oración: Padre, a veces es tan fácil dejarse llevar, buscando los tesoros que el mundo me dice que son importantes. Pero sé que poner mi esperanza en estas cosas no me da una felicidad duradera. ¿Podrías ayudarme a ver estos tesoros temporales como lo que son y mostrarme cómo buscar los tesoros que perduran? En el nombre de Jesús, amén.

Escrito por Laura Ketchum