Una lectura constante

Leer la Biblia con los ojos puestos en Jesús no solo informa tu mente, sino que transforma tu vida, cuando ves a Cristo en las Escrituras, tu fe se fortalece, tu amor por Él crece y tu carácter comienza a ser moldeado a su imagen. La Biblia no fue dada para que la pongamos en una repisa, sino para que entre en lo más profundo de nuestro ser y habite allí, que al leer hoy las Escrituras te haga más como Jesús.

La Biblia debe convertirse en tu manual de vida, porque en todo tiempo te dará dirección. En tiempos de confusión, su Palabra nos da dirección, en momentos de dolor, nos recuerda que tenemos un Salvador compasivo, cuando nos sentimos débiles, nos fortalece recordándonos el poder de Cristo en nosotros. La Palabra nos capacita para vivir en santidad, amar a los demás, servir con humildad y esperar con esperanza su regreso. Además, cuando Cristo es el centro de nuestra lectura bíblica, la obediencia deja de ser una carga y se convierte en un acto de amor. No leemos sólo por deber, sino por deleite, porque cada vez que abrimos la Biblia, tenemos la oportunidad de encontrarnos con nuestro Rey, nuestro Salvador y nuestro mejor amigo.

Oración:

Padre, gracias por hablarme a través de Jesús. Que tu Palabra me transforme, me alinee a tu voluntad y me enamore más de lo que hiciste un dia en esa cruz, amén.

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