Cristo Nuestra VidaSample

Cuando hablamos de muerte y de vida desde una perspectiva bíblica, no nos referimos meramente a los conceptos biológicos, sino a una realidad espiritual más profunda: la muerte implica separación, y la vida implica unión.
Desde el principio, cuando Dios le advirtió a Adán que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, le dijo claramente: El día que de él comas, ciertamente morirás (Génesis 2:17). Y aunque Adán y Eva no murieron físicamente en ese instante, sí experimentaron una muerte real: la separación espiritual de Dios. La muerte física vino más adelante, como consecuencia del pecado, pero la primera y más devastadora pérdida fue la ruptura de la comunión con el Creador.
¿Mintió Dios? Por supuesto que no. Lo que ocurrió fue exactamente lo que Él dijo: Adán murió espiritualmente. Esa separación marcó la historia de la humanidad y puso en evidencia una verdad que no podemos ignorar. Si no comprendemos lo que sucedió en los primeros capítulos de Génesis, difícilmente entenderemos el poder de la reconciliación lograda en la cruz ni el propósito eterno detrás de la obra de Cristo. No entenderemos por qué Jesús vino a recuperar lo que se había perdido.
¿Y qué fue lo que se perdió? La relación. La unión. La vida compartida con Dios. Por eso, Pablo afirma en 2 Corintios 5:19: “...Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (RVR1960). Cristo vino a restaurar esa comunión rota, a devolvernos al lugar de unidad con el Padre. Lo que el hombre perdió en Edén, Jesús lo recuperó en la cruz: la reconciliación, la unión, la vida de Dios en nosotros.
Así que, al hablar de vida, no hablamos simplemente de existencia, sino de unidad con Dios por medio de Cristo. En Cristo no solo hemos sido perdonados, hemos sido impartidos con su propia vida. Él no está lejos; vive en nosotros. Nosotros estamos en Él, y Él está en nosotros. Esa es la verdadera vida: una comunión inseparable, eterna, espiritual y real (Hch. 17:28).
Por eso, es necesario renovar nuestra manera de pensar. Muchos aún usan expresiones como: “Vamos a entrar en la presencia de Dios”, o “Señor, trae tu presencia a este lugar”, o “Señor, llénanos de tu gloria”. Estas frases, aunque bien intencionadas, parten de una comprensión limitada. No podemos entrar a donde ya estamos. No podemos pedir lo que ya poseemos.
La verdad del evangelio es que no podemos estar más en la presencia de Dios de lo que ya estamos ahora, porque Cristo vive en nosotros. No podemos tener más gloria que la que ya nos ha sido dada en Cristo. No necesitamos una nueva unción, porque ya poseemos la plenitud del Ungido. Cristo mismo ha sido impartido a la Iglesia. Y si tenemos a Cristo, tenemos todo.
Lo entenderemos plenamente cuando comprendamos la realidad de la vida de Cristo en nosotros. Jesús dijo en Juan 15:4-5: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (RVR1960).
La afirmación de Jesús es tajante: Separados de mí, nada podéis hacer. No algo, no poco... nada. Y aquí está la buena noticia: tú y yo ya no estamos separados de Él. No por mérito propio, sino por pura gracia. No fue nuestra fuerza ni nuestro esfuerzo, sino Su voluntad y Su amor eterno los que nos hicieron uno con Él.
Dios determinó en Su consejo eterno que tú y yo fuéramos uno con Cristo, y que lo fuéramos para siempre. Esa unión es irrevocable. Por lo tanto, ya no se trata de alcanzar algo que no tenemos, sino de ser conscientes de lo que ya nos ha sido dado.
Cuando me hago consciente de que Cristo y yo somos uno, que Su vida ha sido impartida en mí, entonces puedo entender que todo lo que Cristo es, yo lo soy en Él; todo lo que Él tiene, yo también lo tengo; y todo lo que Él puede, yo también puedo porque Su Espíritu vive y opera en mí.
Esa es la victoria de la cruz: Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
Por, Kenneth Solá y Equipo TopCristianos
En TopCristianos esperamos que este plan devocional haya sido de bendición para su vida, queremos que sepa que alrededor del mundo hay un grupo de personas orando por ti y por tu crecimiento espiritual porque creemos que ¡Eres una bendición!
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About this Plan

"Cristo nuestra vida" enseña que la vida cristiana no se basa en el esfuerzo humano, sino en permitir que la vida de Cristo, se exprese a través de él. Cristo no sólo salva, sino que gobierna como cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Esta vida produce frutos, no por obligación, sino como resultado natural de su presencia. Vivir bajo su gobierno es un privilegio, y nuestra vida refleja su obra, no para ganarnos nada, sino como expresión de su gracia y vida en nosotros.
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