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Cuando Todo Parece FallarSample

Cuando Todo Parece Fallar

DAY 3 OF 3

Cuando Dios parece fallar

“Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré” (Salmos 13:1-3 NTV).

Vaya himno peculiar el que compuso David al escribir el Salmo trece. No suelen escribirse hoy canciones con textos semejantes, nuestros cánticos son más triunfantes, más visceralmente optimistas, menos lacrimógenos. La angustia no es un tema grato, las penurias son huéspedes indeseables, tal vez exista la creencia que las canciones y sermones deben coincidir con lo que nos gustaría ser o tener, más que la propia realidad.

Estar atribulado no es algo con lo que queremos que el cristianismo sea identificado. Sin embargo, la vida canta estas canciones con indeseada sistematicidad. La llegada de un trágico divorcio, de una inesperada muerte, de una bancarrota galopante, de una traición improbable, de una crisis de fe. Dios parece distraído, una deidad olvidadiza que guarda silencio cuando más necesito oír su voz, que no actúa con la presteza que deseo, apoderándose de mi altas dosis de estupor y desasosiego.

Dios parece fallar, y lucho para cancelar la queja vocinglera de mi alma que me dice que Dios está mirando hacia otro lado mientras el dolor y la melancolía azotan mi espiritualidad. El enemigo agita sus brazos contra mí con ademán vulgar, se mofa, me ve en el suelo y se ríe, o al menos así se representa en mi cabeza. Pero, ¿puede fallar Dios? ¿Puede ocurrir algo que Él no permita o que no tenga algún tipo de propósito que Él no preconozca? Dios en verdad no falla, no puede, ni quiere. Él es infalible, veraz, amoroso y constante. Es mi corazón el que desfallece cuando en un rumiante apetito de sobrepensamiento atisbo escenarios donde Dios no está en forma completamente presente. Como el salmista, me siento olvidado, y pierdo de vista la soberanía divina que permite cosas en mi vida que no son de mi agrado, pero cuya finalidad es trascendente y beneficiosa.

Mi corazón miente con regularidad y puerilmente culpa a Dios de lo que no puede explicar. El consejo bíblico es a no poner nuestra confianza en esos sentimientos, sino en la Palabra de Dios. Una buena dosis de paciencia, unos pocos gramos de longanimidad, una porción de fe como un grano de mostaza y pronto se cocerá un futuro más cierto que los escenarios que describió antes nuestro corazón. “¡Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni sientas pánico frente a ellos, porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti. No te fallará ni te abandonará” (Deuteronomio 31:6 NTV).

About this Plan

Cuando Todo Parece Fallar

La vida puede cambiar de un momento a otro y sin previo aviso. La salud se puede quebrar, los amigos fallar, la economía tambalearse, y aquello de lo cual se estaba seguro viene a ser alanceado por la inseguridad y el desasosiego. Aun pareciera que Dios ya no estuviera como antes. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar en momentos así? En este plan te hablo de la fe y de ese Dios que nunca nos falla, a pesar de lo que nos griten las circunstancias.

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